viernes, 15 de junio de 2018

UN PERFUME EMBRIAGADOR


Sé que es un asunto trivial que, comparado con la tragedia que día a día ocupa y preocupa a muchos ciudadanos, todo lo ocurrido en torno al sorprendente fichaje de Julen Lopetegui como entrenador del Real Madrid y su cese fulminante como seleccionador nacional de fútbol, no debería entretenernos ni un minuto, pero las formas del señorial Real Madrid, léase Florentino Pérez, han sido tan groseras tan caciquiles, tan de quien piensa que, porque paga, tiene derecho a hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera, o, como dice un amigo "yo, donde pago, cago" que no puedo sustraerme a tan apasionante y envenenado debate.
No he escuchado a nadie, salvo a los seguidores del Real Madrid y no a todos, defender esa política de talonario y tente tieso, tan propia de quien pasó de una carrera política que arrancó como concejal del Ayuntamiento de Madrid a súper empresario de la construcción y muchas cosas más en un tiempo récord. Y, si no lo he escuchado, es porque es muy difícil, si no es desde la pasión partidaria, defender una operación desleal que ha tenido como consecuencia el descabezamiento del equipo nacional a dos días de su debut en el mundial de Rusia.
Todo arranca con la dimisión de Zidane como entrenador del Real Madrid, sin que haya llegado a saberse muy bien por qué quien había ganado tres "champions" en dos años y medio dejaba el cargo y la gloria que perseguiría cualquier entrenador. Yo, que admiro a Zinedine Zidane como deportista y como personaje, me acordé de aquel cabezazo que dio en el pecho al italiano Materazzi en la final del Mundial de Alemania, que le costó la expulsión y que le llevó a poner fin a su carrera como jugador.
Materazzi le había insultado además de menospreciar gravemente a su hermana y el francés puso su dignidad por delante de todo lo demás y no me resulta difícil que su segunda salida del Real Madrid tuviese algo que ver con algún atropello a esa dignidad, legendaria en él.
Con su gesto, el entrenador hizo un "siete" al proyecto de Florentino para la próxima temporada, un proyecto que muy probablemente no compartía, de modo que al patrón del Real Madrid no le quedó otra que ponerse a buscar un recambio para Zidane, búsqueda en la que se le cerraron más puertas de las que su orgullo se esperaba. Así que, necesitado como estaba de encontrar a alguien con nombre y, además, dispuesto a sufrir las presiones y arbitrariedades que todos los entrenadores del Madrid sufren antes o después y acuciado por las prisas de la pretemporada, lo buscó en corral ajeno.
Y ese corral no era otro que el de la selección nacional, con la que Lopetegui, acababa de firmar una renovación por dos años más.
Hasta ahí, salvo por la falta de lealtad a la federación, todo podría considerarse legal, poco o nada ético, pero legal. Sin embargo, ya con la gallina en el talego, debió caer en la cuenta de que, si Julen Lopetegui fracasaba en el mundial, una eliminación prematura sería un fracaso, él, Florentino Pérez, haría el ridículo fichando a un fracasado, así que no le quedó más remedio que, por lo que pudiera pasar ya en el partido de esta tarde ante Portugal, anunciar el fichaje tres días antes del arranque del campeonato para España.
Dicho y hecho. Sin encomendarse a dios ni al diablo, anunció el fichaje antes de lo previsto y sin contar con la federación, cuyo presidente, para más inri, no fue atendido al teléfono por Lopetegui que, como recordó una y otra vez, el presidente Rubieles, era todavía empleado de la Federación. De modo que Rubieles "despidió" a su seleccionador, poniendo la dignidad, otra vez la dignidad, de la Federación por encima de los hechos consumados impuestos por Florentino y Lopetegui.
El entrenador regresó a España sin abrir la boca, salvo para decir que estaba triste, y fue secuestrado prácticamente a pie de avión por los hombres del Real Madrid que en un enorme coche negro con los cristales blindados se lo llevaron, poniéndole fuera del alcance de la prensa hasta que ayer tarde, en un palco del Bernabéu, rodeados por una claque que aplaudía los discursos y las tímidas y un tanto obvias preguntas de la prensa, salvo una, la más interesante, que fue vergonzosamente abucheada por la claque.
Todo: la negociación impertinente, el avasallamiento, ese anteponer los intereses y, sobre todo, el ego del Real Madrid y su presidente, a los del equipo nacional, ese coche siniestro en Barajas, ese coro de zarzuela en la rueda de prensa, esas maneras, esa propuesta que no se puede rechazar, tienen para mí un perfume embriagador y una melodía escrita por el gran Nino Rota.
Ah, y por cierto, no quiero ni imaginar de qué estaríamos hablando ahora si, en vez del Real Madrid, hubiese sido otro, especialmente uno, el equipo quue entra en el corral de la federación.

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