viernes, 8 de junio de 2018

NO NOS LO ROMPAIS


Han pasado apenas dos días y aún no me he acostumbrado a escuchar "gobierno" y pensar que éste sí es el mío, el que va a trabajar para mis vecinos, para tantos niños encadenados demasiadas horas a una tele mal alimentados, matando el hambre y la insatisfacción con ganchitos, mientras sus padres están en el trabajo o lo buscan, el que, espero, se va  a ocupar de tantos ancianos atrapados en pisos inaccesibles, de los que sólo salen para ir al hospital y, muchas veces, no volver, ancianos que lo han dado todo en la vida y malviven de pensiones que más que serlo son afrentas a la dignidad humana, un gobierno que va a trabajar para que mi hija y todos esos jóvenes tan preparados, mucho más que nosotros, sus padres, tengan un trabajo digno y, sobre todo, esperanza, la esperanza necesaria para formar una familia, un gobierno, en suma, nuestro y para nosotros.
Aún me cuesta, porque, durante siete años, gobierno sonaba a afrenta, injusticia, prohibición y dolor, porque andaban más pendientes, aunque sólo fuese de cara a la galería, de vírgenes y cristos que de la gente de carne y hueso que lo está pasando mal, un gobierno que ha enriquecido a sus amigos y se ha enriquecido, en dinero y en currículos, mientras abandonaba "guetizándolos" escuelas y barrios, un gobierno que, en la universidad, ha levantado barreras insalvables para la gente humilde, la de los barrios, esa que, ahora, llena la foto "de familia" del que le ha sucedido, el de Pedro Sánchez.
Aún me cuesta, siete años son muchos años, pero ya me estoy acostumbrando a pensar que éste es, por fin, mi gobierno. Y no sólo eso, estoy dispuesto a defenderlo de quienes ya lo están atacando con saña, porque esperaban no sé qué de él, quizá un suicidio ritual en pantalla grande y tecnicolor, con demasiados secundarios que quieren ser protagonistas, dispuesto también a criticar sus errores cuando los haya, pero no a sumarme al coro de los que se la cogen con papel de fumar, diciendo a los cuatro vientos y a quien quiere escucharles, no lo que piensan, sino lo que egoístamente les conviene.
Ma van a tener enfrente todos esos que no la han dado ni veinticuatro horas, para mentir que Pedro Sánchez ha hecho este gobierno pensando en satisfacer al PP y Ciudadanos, porque acusarles de eso es una canallada sin nombre. Lo mismo que lo es acusar a Sánchez de haberse olvidado de quienes le apoyaron, porque ese apoyo, al menos el que le dio el que más se queja, el voluble Pablo Iglesias, que públicamente dijo una y otra vez que en su apoyo a la moción no había condiciones.
Del mismo modo, quejarse de nombramientos como el de Borrell para Exteriores es toda una falacia, porque no se me ocurre nadie mejor que él para ese cargo en el que, además, la experiencia es vital y Borrell la tiene, un hombre que ganó las primeras primarias del PSOE y lo hizo en contra del mismo aparato que entregó el partido al IBEX 35, con la inestimable ayuda del diario EL PAÍS, hoy en el taller, regalando a Rajoy dos años más de gobierno. Quejarse también de que Margarita Robles en su toma de posesión invoque la Constitución es un grave insulto a la inteligencia, porque parecen querer olvidar que Margarita Robles, siendo una jovencísima juez en el Euskadi de “los años de plomo”, investigó casos de torturas por parte de guardias civiles, como el secuestro y asesinato de los etarras Lasa y Zabala, cuando eso no sólo era incómodo, sino, ademáis, peligroso.
En cuanto a Grande Marlaska, démosle unos días, entre otras cosas, porque no recuerdo y no creo que exista un solo ministro del Interior que pueda satisfacer a la izquierda, ni siquiera los que provienen de la izquierda. Alguien me dijo una vez que el ministro del interior es el que lleva el camión de la basura de los gobiernos y que eso mancha y huele. Por eso confío en que Sánchez haya tenido sus buenas razones para elegir a Grande Marlaska y que si les, nos, defrauda lo cesará sin tardanza.
Pienso y siento que sea así, que el comportamiento de Podemos, si no de todo Podemos, ahí está si no la elegancia y clarividencia de Errejón, sí el de Pablo Iglesias, responde a la maldita maldición de la izquierda, incapaz de colaborar, aunque no hacerlo implique el suicidio. Iglesias, que se caracteriza por no prever los comportamientos de lo que, como su partido, no puede controlar, se ha dado cuenta y tarde de que Pedro Sánchez ha sido más brillante de lo que él estaba dispuesto a concederle y ha sido capaz de despertar, con sus gestos cargados de laicismo tranquilo y ven sus nombramientos, esa ilusión, ese creer que aún es posible, que muchos y quizá yo el primero ahora sentimos. Lo dicen ya las encuestas, incluso o especialmente, entre los votantes de Podemos. Lo que ocurre es que por más que nos diga otra cosa el proyecto de Iglesias es Pablo Iglesias y parece preferir el fracaso de Sánchez a que éste recupere el electorado que el PSOE le prestó.
Lo que suceda en los próximos meses va a ser crucial para el futuro de este país y quién sabe si de la misma Europa y por eso me perito implorar a Sánchez que no nos defraude y a Pablo Iglesias y a sus fieles en Podemos que no nos rompan esto que acaba de nacer y que tanta ilusión nos despierta.

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