Ahí le tenéis, haciendo lo que mejor sabe hacer: disimular y
fingir. Porque que yo sepa Mariano no habla mandarín y Li Keqiang, su
interlocutor, que sepamos, no habla gallego ni español. Pero el gran actor que
es el gallego impasible es capaz de hacer playback con soltura con Angela
Merkel o cualquier chino que le pongan, siempre, eso sí, que no haya
periodistas españoles cerca, que todo lo cuentan y con mala leche. Entonces,
este señor que se esconde en el palacio de La Moncloa o se transmuta en pantalla
de plasma o cinta de video, con su cara de susto y su poca habilidad para leer
el telepronter que algún "negro" le ha escrito.
A este tipo, con tal de que le pasen el MARCA, le da igual
donde le lleven y lo que pase en España. Tanto es así, que cuando se subió al
avión camino de China, dejó un ministro dimitido, la crisis más grave que nunca
se ha abierto con Cataluña, y una bomba a punto de estallar en la
radiotelevisión pública. Pero ahí le tenéis, impasible e inmutable, capaz de
hablar de dar una conferencia sobre la liga de fútbol china, antes que hablar
de lo que realmente interesa a los españoles y siempre calla.
Lo último que dijo en España antes de partir fue en in
"canutazo “a la prensa, perfectamente previsto y consentido, en el que
verbalizó por primera y hasta ahora única vez que prescindía del proyecto de
ley de reforma del aborto que había dejado en manos de Gallardón y que, por
tanto, volvía sobre sus pasos en lo que hasta ahora su partido y su gobierno,
al menos formalmente y salvo excepciones, habían defendido como una cuestión de
principios. Todavía haciendo la maleta, el más ambicioso de los ministros de su
gobierno, o al menos el que menos ha disimulado su ambición, le dimitió en
plena cara, dejándole alguna que otra esquirla en las narices.
Menudo papelón el suyo, con horas y horas de avión para dar
vueltas al asunto y esbozar una mínima explicación ante los periodistas que le
esperaban en China, a los que dejó con dos palmos de narices, recurriendo otra
vez al cansancio del viaje, lo que me lleva a pensar que este señor que no
aguanta una jornada laboral de presidente o está enfermo o es un vago redomado.
Nada, ni una palabra. Como tampoco la dirá de otra
descomunal crisis, la abierta en RTVE con la dimisión del gestor que había
nombrado como salvador de "la casa", que sin dinero para salvarla y
sin la falta de vergüenza necesaria para hacer un segundo ERE sobre el que ya
dejo más que diezmada la plantilla del ente y que, probablemente, no ha querido
jugar a dejar morir la televisión de todos los españoles, como ya han dejado
caer Telemadrid y Canal Nou. Y menos aún hablará de la "rebelión a
bordo" que se produjo en la redacción de los informativos cuando la
guardia pretoriana del PP, con Somoano al frente, pretendió dejar reducida a
veinte segundos la mayor crisis vivida en el ente. Tan grande fue la asonada
que la dirección de los Informativos, tras fracasar en su intento cuartelero de
acallar las protestas de los redactores puestos en pie y pidiendo la dimisión
de sus superiores, aceptó dar cuenta, como por otro lado está obligada TVE como
medio público, a recoger las reacciones de las fuerzas políticas,
Otro papelón para el presidente, del que tampoco
escucharemos nada al respecto. Supongo que, dada su flojera antropológica, la
explicación a esta actitud de Rajoy, habitual por otra parte, lo que hace el
presidente es reservar sus escasas fuerzas para hacer frente a la entrada en
vigor de la ley de consultas de Cataluña, que Más piensa firmar el sábado, con
Rajoy en el are, camino de regreso a España. Lo lógico y lo anunciado sería la
convocatoria de un consejo de ministros extraordinario, pero dudo yo que el
presidente lo convoque habiendo una interesantísima jornada de liga de por
medio.
Rajoy está en Chin y no nos caerá la breva de que se quede.
Pero de lo que sí estoy seguro es de que no le echaríamos en falta, porque, si
no habla de Gallardón, de RTVE, de Cataluña, cuando y como hay que hacerlo, y
ahora también del cerco judicial, cada vez más estrecho, a las oscuras finanzas
de su partido, del que, ahora que se ha probadoq ue la caja B del partido no la manejaba sólo Bárcenas y que éste no fue más que un peón díscolo, si va a
mantener ese exasperante silencio, más vale que se quede en China. Aquí no le
vamos a echar en falta.
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