Ocurrió ayer mismo. Los distintos organismos de esas
superestructuras que desde hace décadas mangonean en las economías de países
como el nuestro decidieron hacer sonar sus fanfarrias y cantar a los cuatro
vientos que España, la España de Rajoy, va bien. La verdad es que hacernos
creer que es cierto, aunque no lo sea o, si lo es, lo sea sólo en parte, les va
en el sueldo y ellos, como sicarios que son del capital especulativo, están acostumbrados
a hacer bien su trabajo, sin que la menor de las dudas les mueva una pestaña o
haga temblar su pulso.
De todos modos, lo tiene fácil. Porque el presidente
de la OCDE, Ángel Gurria, o la directora del FMI, Christine Lagarde, en
entredicho por sus tejemanejes en el gobierno Sarkozy, no conocen de España
mucho más que las habitaciones de los exclusivos hoteles en que se alojan, los
aeropuertos en que aterrizan sus jets privados o los palacios y despachos cuyas
moquetas son el único suelo español que pisan, no tienen por qué conocer la
miseria en la que viven cada vez más españoles.
A la hora en que Gurría decía que España había hecho los
deberes y la ponía como ejemplo de cómo tiene que comportarse un gobierno bien
mandado, en mi calle, un hombre de unos sesenta años, tan español como Rajoy o
como yo, se asomaba a los contenedores de basura en busca de algo con lo que
"arreglar" la cena, una escena que recuerdo de mi infancia, aunque
entonces la basura se acumulaba sobre el suelo, los camiones de basura eran
carros de mulas y los "traperos" pasaban casa por casa con sus
banastas para recoger el contenido de unos cubos de cinc, forrados con papel de
periódico, a cambio de una propina y de lo que pudiesen rescatar de su
contenido.
A la misma hora en que Gurría , con su traje tan impecable
como impersonal, trataba de consolarnos diciendo que las cosas no salen bien a
la primera, un ciudadano de setenta y dos años salía a la calle en un barrio de
Madrid para dar su paseo habitual de jubilado, sin saber que los recortes que
había aconsejado la OCDE, aunque no funcionasen a la primera, estaban
culminando su labor, carcomiendo la rama del árbol que iba a acabar con su
vida, las segunda a causa de una caída de un árbol o sus ramas en Madrid en
tres meses, porque el ayuntamiento, la alcaldesa de Madrid, había decidido
prescindir de jardineros de a 800 euros al mes, en lugar de hacerlo de sus
cientos de asesores de a varios miles al mes.
A la hora en que Ángel Gurría hacía el diagnóstico, basado
en papeles e informes sin alma, de la economía española, una ONG fundada para
que a los escolares españoles no les falte una comida decente al día, algo de
lo que deberían ocuparse los distintos gobiernos, quizá demasiados, que tenemos
nos hablaba de los dos millones de niños españoles que viven en riesgo de pobreza
y, a su lado, un padre explicaba que necesita esa comida del colegio, porque,
con los cuatrocientos euros que gana, él sólo puede darles de comer y de mala
manera, los fines de semana, debiendo además dos meses de luz. Y, mientras, decenas de miles de padres, los afortunados que tienen al menos un puesto de trabajo, se esforzaban en encontrar de dónde quitar para poder pagar los libros, el uniforme y el material que han de llevar sus hijos al colegio.
Por más que insistan usted, señor Gurría, o usted, señora
Lagarde, en que su España de papel, la de las grandes cifras o la España de las
empresas del IBEX 35, repletas de consejeros que fueron o dijeron ser
socialistas o de otros que ni siquiera han tenido que quitarse sus disfraces de
conservadores para serlo, la España de los informes, la de papel tiene poco o
nada que ver con la España verdadera, la real, de la miseria en las calles, de
los niños que se caen de sueño en los colegios, porque en casa no comen, de los
jardines que se agostan carcomidos por la falta de cuidados o las plagas sin
control, la España de los españoles va mal, muy mal.
Sé que en su sueldo va también hacer este paripé para que
los imbéciles dejen de mirar en la tele todas estas cosas horribles que les
dicen que pasan y se queden con las portadas de los periódicos que les hablan
de brotes verdes y raíces vigorosas. Mejor así, mejor no saber que España no va
tan bien y seguir votando a los autores del desastre, Lo malo es que la realidad es tozuda y, al final, acabará
imponiéndose y les despertará de su sopor con una sacudida. Y eso no va
ser divertido, sobre todo para ellos.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
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