Va a ser muy difícil que en Cataluña se olvide el día, la
tarde, de ayer. Fueron once kilómetros de expresión libre de la voluntad de un
pueblo, once kilómetros repletos de centenares de miles de ciudadanos que, sin
violencia, con emoción pidieron al resto de los españoles y al mundo que ser
respete su derecho a ser consultados sobre su futuro.
Yo que me siento feliz en Cataluña, especialmente en esa ciudad
tan hermosa y hospitalaria que es Barcelona, aunque es difícil expresarse ahora
y desde aquí, quiero que se vote y quiero que se vote por una Cataluña federada
con el resto de estados federados que quieran serlo en España, porque, aunque
respeto el patriotismo, no creo en las patrias opresoras ni, mucho menos,
excluyentes.
Creo en la gente y creo en la gente que se expresa
libremente. Y ayer tarde, en Barcelona, la gente se expresó libremente y
manifestó con contención y respeto, bajo una impecable organización, su deseo
de ser escuchada y creo que, sólo por eso, debe ser escuchada y que debe
comenzar de una maldita vez el diálogo entre unos y otros para que realmente
sepamos cuántos catalanes quieren que cambié su relación con el resto de España
cómo quieren que cambie. Pero me temo que ni Rajoy ni Mas quieran aclararlo,
porque como los defensores de la misa preconciliar prefieren hablar en latín y
llevar a cabo el ceremonial de espaldas a la parroquia.
La marcha de ayer fue todo un éxito que, sin duda, hay que
atribuir a las organizaciones ciudadanas que la convocaron y, también sin duda,
al apoyo institucional de la Generalitat, No hay más que ver la tímida, si no
ridícula, y triste acogida que tuvieron los actos y conciertos
contraprogramados por otras organizaciones, alguna, como la de Tarragona, con
presencia de líderes como Albert Rivera, de Ciutadans, Alicia Sánchez Camacho,
del PP, y la díscola socialista Carme Chacón, que, como la tía Ceferina, ya no
sabe si se mea o se orina, y que fue enviada, sin duda, desde el número 70 de
la calle Ferraz.
No tuvieron éxito esas contradiadas, como tampoco lo tuvieron
los actos de exorcización que UPyD convoco ante los ayuntamientos de grandes
capitales y otras iniciativas fruto del "tenemos que hacer algo" que
buscan más salir en los telediarios y arrastrar algún que otro voto que
contrarrestar, porque era imposible hacerlo, la marea ciudadana de Barcelona.
Y, mientras esto pasaba, qué hacía el Gobierno. Pues hacía
cosas tan peregrinas como aquella campaña contra el fuet, el cava y otros
productos catalanes, de la que algunos avispados, y no sé si avisados productores,
hicieron su agosto sacando al mercado productos similares, pero cañís. Así, el
presidente Rajoy puso en peligro el poco prestigio que pueda quedarle y el de
una de las más prestigiosas instituciones españolas, la Organización Nacional
de Trasplantes, utilizando un acto de esta última para "mandar un mensaje
a los catalanes en un día como el de ayer a los que dijo que "un
andaluz puede vivir con el corazón de un catalán gracias al sistema nacional de
trasplantes", y a nadie se le escapa, como dando a entender que la
solidaridad que lo permite ahora se acabaría si Cataluña alcanzase sus
legítimas.
Cuando leí la salida de pata de banco, una más, de Mariano
Rajoy no daba crédito. Se puede caer más bajo, pero hay que entrenar mucho.
Parecía uno de esos curas babosos cuando amenazan con el fuego del infierno a indefensos y asustadizos niños que prepara en
la catequesis para la primera comunión. Pero no sabía que hubiese tenido que
reservar un poco de mi capacidad de asombro para asistir a la vil apropiación
de la figura de Joan Miro, todo un símbolo en la Cataluña de los setenta de la
identidad catalana.
Pero no acaba ahí la cosa. Hoy mismo se ha filtrado desde el
ministerio de Interior la existencia de nuevas cuentas de los Pujol en el
paraíso fiscal de la isla de Mann, cuantas que manejaba Oleguer, otro de los hijos
de Jordi Pujol. Menos mal que la revelación se compensa con la información
ofrecida hoy por el diario, según la cual el jefe de gabinete del presidente
Rajoy está detrás de la confesión del hijo mayor de los Pujol Ferrusola, la
gran coartada que esperaba el gobierno del PP para lanzar toda su maquinaria y
toda la información, acumulada durante años, contra el soberanismo catalán.
En fin, mucho falso corazón, mucha mano de pintura en elogios
a Cataluña y pocas o ninguna razones.
Puedes leer más entradas de "A media
luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario