Ayer, después de cinco años de obstinación teutónica, por
fin Mario Draghi, responsable del Banco Central Europeo, tomó la decisión de
dejar en un simbólico 0,05 % el tipo de interés y no sólo eso sino que anunció
su intención de comprar deuda a los bancos, para que, así, estos comiencen a
prestar dinero a los particulares. Cinco años y varios millones de parados
después, con el orgullo de Europa, su estado de bienestar, desmantelado, con la
mayoría de los mercados perdidos para los países que hacen sus facturas en
carísimos euros y con un creciente descontento social que ha resucitado, y no
sólo en España, a la dormida o desencantada izquierda.... cinco años después de
todo esto, cinco años después de críticas continuas, cinco años después de
fracaso tras fracaso, el BCE ha decidido que la política salvajemente anti
inflacionista y anti déficit impuesta por Alemania al resto de sus socios
europeos no era la adecuada y que convenía un golpe de timón para salir
de la peligrosa escollera a la que la soberbia de la Europa rica había
condenado.
Han sido cinco años en que los europeos del sur, todos,
hemos perdido casi todo lo que nos hizo creer en una Europa solidaria y justa,
cinco años en que los gobiernos, de izquierdas y de derechas que en ella han
sido han hecho oídos sordos a los lamentos de sus ciudadanos y se han limitado
a cumplir, con mayor o menor entusiasmo, las órdenes de la señora Merkel a
costa de las propias leyes, leyes que, esas sí, habían sido aprobadas por los
representantes del pueblo y refrendadas, como nuestra constitución, en las
urnas. Han sido cinco años de despotismo, de decisiones tan manifiestamente injustas
que no me hubiese extrañado que acabasen conduciendo a una nueva toma de la
Bastilla en la que los "sans culottes!, cada vez más numerosos en esta
Europa que camina a la miseria comenzasen a levantar cadalsos para los tiranos.
Cinco años en los que los más decentes y desprotegidos han
visto como lo que creían su riqueza, una vivienda, un coche, un puesto de
trabajo, se desvanecían ante sus ojos, mientras los poderosos, no sólo quedaban
a salvo, sino que multiplicaban sus riqueza con la política de transferencia de
rentas que sus gobiernos amigos, conservadores y socialdemócratas, han venido
haciendo con esas engañosas bajadas de impuestos modelo embudo, en la que a los
pobres se les ofrecen unos pocos euros al año a cambio de un salvaje recorte de
derechos en Sanidad, Educación, Dependencia y todo aquello que supusiese
redistribución de la riqueza.
Cinco años terribles, en los que los ciudadanos no hemos tenido
nada que decir, porque poco importa a quién demos nuestro voto, porque, al
final, el gobierno de Europa, el que toma o debería tomar las decisiones se
forma cambiando cromos, pactando alianzas, las más de las veces miserables, en
las que Arias Cañete o De Guindos pueden acabar siendo comisarios o quién sabe
qué a cambio de que personajes como Catherine Ashton se ocupen
irresponsablemente de la política exterior europea, dando lugar a conflictos
como el de Ucrania, en el que, como ocurrió con la irresponsable toma de
Alemania en favor de Croacia en los Balcanes, la ruptura del statu quo
existente llevó a un conflicto tan largo como sangriento.
Ese es el drama de la Unión Europea, que los europeos no
somos dueños de nuestros destinos, que, por encima de nuestras estructuras
democráticas, existe un gobierno de "notables" que no han sido
elegidos directamente por nadie y que toman las peores decisiones sin que nadie
pueda ponerlas en cuestión ni mucho menos escapara ellas.
Por eso hoy me pregunto ¿Y Europa era esto?
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