sábado, 14 de abril de 2012

PODAR PUEDE MATAR


Quien tiene jardín o, simplemente, algún que otro rosal en macetas en su terraza sabe muy bien que, si bien podar adecuadamente es bueno, hacerlo en exceso o inapropiadamente puede causar la muerte de lo que se poda.
Quienes tenemos rosales en casa sabemos que los chupones, esas ramas tiernas y verdes que surgen bajo tierra, procedentes del tronco en que está injertado nuestro rosal, son tan inútiles como feraces y que no hacen otra cosa que "chupar" gran parte de la savia de la planta, arruinando la floración y, con ella, la aparición de frutos si los hubiere.
No. No es que me haya dado ahora por la jardinería -una afición que, por otra parte, recomiendo- sino que, por más que intento no caer en ello, veo a los ministros del Gobierno como jardineros malvados o enloquecidos que "desmochan" las ramas que dan los frutos de la riqueza y el empleo y dejan intactos los chupones de la especulación, la evasión fiscal y la corrupción, hasta dejar yerto el árbol metafórico que sería España.
Esto que digo no es muy distinto de lo que expresaba ayer un editorial del New York Times dedicado a la situación de la zona euro, en el que pone en tela de juicio las "podas" que, impulsadas por Alemania, están llevando a Europa a una nueva recesión, en lugar de reactivar las economías de los países que, como España, están en dificultades.
Lo que escriben los editorialistas del diario neoyorquino es lo que sabe por propia experiencia cualquier jardinero o campesino: que "cuanto más restrictivo sea el presupuesto, más caerá la recaudación y eso obligará a más recortes en las cuentas". La obsesión de Merkel por el control del déficit está en vías de agostar el jardín europeo, lleno de jardineros locos o tramposos que, en lugar de hacer podas curativas que permitan sanear lo plantado y multiplicar los frutos, se dedican a una poda generalizada y selectiva, para poner a los pies de la "dueña" de la finca, en su casa de Berlín, todas las ramas, algunas repletas de yemas dispuestas a dar flores y frutas, y hacer con ellas una hoguera en honor del dios mercado.
En el jardín arrasado y desolado por estos jardineros locos y desalmados sólo quedaran los troncos desnudos de algunos árboles, los bancos, dispuestos a beberse toda el agua del crédito que el Banco Central Europeo esté dispuesto a verter sobre sus raíces, sin dejar que una sola gota llegue a las de las pocas plantas que hayan conseguido retoñar.


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Lo peor es que en esa ruina de jardín, yermo y gris, los parásitos y los gusanos serán los amos, sacando partido de los restos de lo que en otro tiempo fue vida.

1 comentario:

manipulador de alimentos dijo...

muy buen símil, lo que me hace reflexionar sobre si necesitamos un jardinero que nos de agua o poda o...