Era la banca, estúpido. El problema de España no era la
"rigidez del mercado de trabajo, a mí me despidieron antes de la reforma. Tampoco
lo era el exceso de gasto de las distintas administraciones. Mucho menos lo era
el Estado de Bienestar que casi fugazmente han disfrutado algunos españoles: la
sanidad para todos, las pensiones o la ayuda a la dependencia que, en la
práctica, apenas llegó a ser efectiva. Mucho menos lo eran la enseñanza obligatoria
y gratuita hasta los dieciséis, las universidades, las becas o la investigación
científica y el gasto en I+D. El problema era, y ahora que no tienen más
remedio lo confiesan, la banca, la codiciosa e imprudente banca española.
La solución hubiese sido impedir el excesivo
"monocultivo" inmobiliario en el que se han revolcado los bancos
españoles, rebozándose en compra de suelo, promociones ahora inviables e
hipotecas imposibles de asumir por quienes las suscriben. Ha sido una delirante
huida hacia adelante, en la que los bancos pretendieron "trincar" de
arriba, de abajo, por detrás y por delante.
Han invertido el dinero de sus depositantes en el aire de la
burbuja inmobiliaria, comprando suelo, dando crédito a promotores y, además,
dándoselo en hipotecas sobrevaloradas a quien jamás podría devolvérselas, para
que comprasen los pisos que saturaban el mercado, pisos de los que esos bancos
ya habían trincado.
Para esa borrachera especulativa no bastaba con los fondos
de la banca española. Había que salir al mercado exterior a "comprar"
dinero para poder prestarlo. Así una y otra vez, hasta que la máquina se
rompió, dejando a quienes tomaron las hipotecas sin trabajo o con los sueldos
recortados, a las pequeñas empresas sin crédito para pagar las nóminas a sus
empleados y las deudas a unos proveedores a los que les está pasando lo mismo
en un círculo vicioso e infernal.
La banca, eso sí, ha encontrado el silencio cómplice de los
dos gobiernos testigos de esta crisis, porque silbar y mirar para otro lado
parecía la consigna. Los partidos tiene deudas a veces inconfesables con la
banca y a los gobiernos les ha venido muy bien que compraran su deuda. De ese modo,
lo que debería haber sido la solución se ha convertido en el problema, porque
todas las medidas que se han tomado, todas las inyecciones de capital que se
han venido haciendo han acabado como acaban las joyas de la familia en manos de
un ludópata o un yonqui, desapareciendo por el sumidero de su adicción.
La banca tiene una parte importante de sus fondos bloqueados
en el sector inmobiliario y no valen lo que dicen que valen. De paso, trampean
y engañan a quienes les confían su dinero con productos tóxicos, por no decir
delictivos. Sin embargo, ahí siguen,
haciéndose los tontos y repartiendo dividendos como si nada hubiera pasado. Lo
peor es que gran parte de las ayudas que reciben o del dinero que toman en
condiciones ventajosas del BCE, lo vuelven a inmovilizar y no fluye como
debiera. Así nos va.
Hoy hemos amanecido con nuestra deuda a dos escalones del
bono basura. Y aquí nadie parece decir nada. Cualquier otra noticia parece más
interesante que las pesadas y reiteradas malas noticias de la economía. Tampoco
lo dice, tampoco lo ha dicho, más bien al contrario, un señor al que le pagan,
le pagamos, todos los españoles para que vigile la banca y a los banqueros.
Miguel Ángel Fernández Ordóñez estaba ocupado y preocupado
por todo aquello que no le incumbía, gasto, mercado laboral y todos los
etcéteras que queráis añadir. Y yo ahora puedo decir, el consuelo de tonto que
me queda, "era la banca, estúpido".
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