Decía mi abuelo que lo mejor para calmar un dolor de muelas
es un buen martillazo en el pie, porque el dolor en el pie ayuda a olvidar el
de las muelas. Nunca me atreví a probar tal remedio, aunque, a la vista de los
efectos balsámicos que están teniendo en el deterioro de la imagen del
Gobierno, por un lado, el accidente del rey mientras mataba elefantes en Botsuana
y, por otro, la escalada de tensión entre España y Argentina a propósito de una
presunta nacionalización de los yacimientos de Repsol, creo que el abuelo tenía
razón: el dolor de muelas y lo que lo genera permanecen, pero los nuevos
dolores acaban diluyéndolos.
Digo esto porque, pese a que el deterioro de la imagen del
Gobierno en sus primeros cien días ya está medido y resulta desolador. Nada
menos que ocho puntos es lo que ha caído el respaldo que tendría de los
ciudadanos, mientras que la aceptación de Rajoy y sus ministros cae
estrepitosamente por debajo del aprobado. Los recortes, las subidas de
impuestos y servicios, los despidos y las desinversiones decididas desde el
Gobierno no son salvas, como lo eran las andanadas que lanzaba el PP desde la
oposición, no. Las decisiones que se toman en el Consejo de Ministros o en los
consejos de gobierno de las autonomías, llevan metralla y la metralla está
causando demasiadas heridas como para ignorarlas.
Porque los trabajadores están comenzando a decir basta a que
les multipliquen las horas y la tarea y les restan en la nómina a final de mes,
mientras los empresarios mantienen, si no aumentan, sus beneficios. Los
usuarios de la Sanidad comienzan a cansarse del deterioro en instalaciones y
atención que comienza a evidenciarse. En los colegios públicos también se nota
la falta de profesorado y la falta de recursos para material y, por ejemplo,
comedores.
Eso, aquí dentro. Porque fuera de nuestras fronteras las
cosas no van mucho mejor. Esta semana nos la jugamos, se la juega el Gobierno,
en dos subastas de deuda y no parece que la cosa pinte nada bien. Y menos, si
quienes han de comprar nuestra deuda tiene noticias de los excesos del monarca.
No podemos ser optimistas, porque, entre unos y otros, nos han dejado atados de
pies y manos a los pies de los especuladores.
Un panorama negro, muy negro, que sería aún más negro para
la deteriorada imagen del Gobierno, de no haber recibido los martillazos de la
caída real y la guerra de Repsol YPF, porque, cuando el agua llega al cuello,
siempre es bueno echar mano del enemigo exterior o contar con alguna bufonada
para distraer la atención.
Lo que no me contó mi abuelo es que, al final, una vez pasado el dolor en el pie, permanece el de las muelas y quedan, además, los daños del martillazo
Puedes leer más entradas de "A media
luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
2 comentarios:
Y el año aún no ha acabado... y cuando las infantas y el Rey, han tenido sus "accidentes", aún falta el príncipe... ¿que sorpresa nos dará?
Tu abuelo era un tío genial además de un sabio.
De sobra sabía él, que al final, seguirían doliendo las muelas.
Da gusto leerte.
Un abrazo. Ana.
(Lo de "anónimo" ,no me gusta un pelo.)
Publicar un comentario