Lo ha vuelto a hacer. Una vez más, Esperanza Aguirre ha
demostrado ser el personaje más pendenciero de la política española y eso que “haberlos,
haylos” y, por cierto, muchos. Otra vez, se ha puesto a los mandos de la
apisonadora para aplastar, al menos para intentarlo de boquilla, cualquier
asomo de rebeldía o, simplemente, de protesta contra las injustas medidas del
Gobierno y, de paso, para pisar algún que otro callo entre los suyos.
A qué viene, me pregunto, envolverse en la bandera para
decir lo que dijo ayer en el congreso de su partido en Madrid ¿Acaso no son
también españoles los millones de parados, los jóvenes marginados del trabajo,
la universidad y la sanidad, los docentes que se han quedado en la calle, los
padres de los niños que se amontonarán en las escuelas, los pensionistas
enfermos que tendrán que anticipar al Estado de su escuálida pensión una parte
del importe de sus medicamentos o los jóvenes que están comenzando a buscar su
futuro en el extranjero?
Son españoles, pero no son grandes de España. No son
privilegiados que, como ella, no tienen que plantearse cómo va a ser el futuro
de sus hijos o cómo serán sus últimos años de vida. A ella no le afecta, porque
es "rica de familia" y sus hijos lo seguirán siendo. Pertenece a esa
casta de los que siempre han ido a caballo y lo han mirado todo y a todos desde
arriba. Pero sabe ser también, como la mayoría de los señoritos, malhablada y
descarada, pendenciera y marrullera, como el más hooligan de los hooligans. Y
lo ha demostrado de sobra.
Resulta curioso, o quizá no tanto, ver como superpone a su
política neo liberal, la de "mi única patria, el dinero" los colores
de la bandera. Debe ser algún gesto a prendido de sus mayores, duques, condes y
barones, a los que siempre les ha ido bien con ella. Pero también es un modo de
tocar a rebato para que todos aquellos a los que movilizaba el PP en la
oposición apoyen, sotanas incluidas, las medidas más injustas medidas que se
han tomado en este país en los últimos tiempos.
Pero el discurso de Aguirer es doble, porque, bajo el
disfraz del apoyo incondicional a Rajoy, le está diciendo que ella tiene más
arrestos que él, al tiempo que se está postulando para ser el recambio que
siempre ha querido ser, cuando el castillo de naipes en que se ha embarcado el
presidente se venga abajo con estrépito. Si yo fuese Rajoy, desde ayer estaría
mucho menos tranquilo, porque, con amigos como Aguirre, para que quiere
enemigos.
Puedes leer más entradas de "A media
luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario