Si no fuese terrible, casi podría resultar enternecedor
escuchar al ministro de Hacienda culpando a los socialistas del pasado y a las
comunidades autónomas de lo que pueda ocurrir en el futuro. Era como esos niños
que, con churretones de chocolate en la cara y las manos pringosas, niegan
habérselo comido, aunque a mí me recordaba a esos defensas -Pepe, por ejemplo-
que parecen entrenar, no sólo cómo quitarse de en medio al contrario, sino el
gesto, manos abiertas y a la altura de los hombros, que equivaldría a un
"si yo no he hecho nada" de quien, en la infancia, ha sido
sorprendido en una travesura.
Ahora bien, pensar que son como niños, inocentes en esos
rudimentos de malicia, sería muy generoso. Saben muy bien lo que hacen y saben
que, en lo que hacen, no está la solución a los graves problemas que vive
España, pero lo hacen. Y lo hacen echando un sistema que, hasta ahora, mal que
bien, nos ha servido y que, si puede llegar a resultar inviable, es porque no
está dotado de recursos suficientes, porque unos y otros, por el afán de arañar
votos, sea cual sea el coste, han ido bajando los impuestos hasta llegar al
absurdo, defendido por Zapatero, de que hacer tal cosa era de izquierdas.
El Gobierno y el partido que lo sostiene se van a quedar
solos en la defensa de estos presupuestos tan duro como injustos. Tienen la
mayoría absoluta que le dieron una gran mayoría de españoles creyendo, al menos
eso quiero pensar, en las mentiras y silencios de Rajoy, y los van a sacar,
porque les sobran los escaños. Pero esta situación va a degenerar en una ciclogénesis
explosiva, como esa "Petra" que hoy azota el norte de España, de la
que no sabemos ni cuándo ni cómo se va a manifestar.
De un plumazo van a excluir del sistema sanitario no sólo a
los inmigrantes sin papeles, algo injusto, moralmente reprobable y
sanitariamente peligroso por el riesgo que supone dejar fuera de control
determinadas epidemias, sino que también, y no sé como no hay ya protestas en
las calles, a los jóvenes que superen los veintiséis años y aún no hayan
cotizado por no haber tenido un empleo "legal".
No me explico, insisto, cómo no se ha destacado más este
aspecto de la reforma del sistema, porque los jóvenes que han terminado sus
estudios y no han encontrado un trabajo con derecho a Seguridad Social, porque
lo único que les ofrecen son las prácticas y becas con las que muchas empresas
se permiten adelgazar sus plantillas, van a tener que cuidar mucho su salud o
tendrán que buscar un médico particular, porque, para el Gobierno, pasarán a
tener la misma consideración que quienes, cada vez menos, llegan a España ilegalmente.
Llevo mucho tiempo dándole vueltas al asunto y creo, con
Maruja Torres, que nada de esto es fruto de la improvisación. Creo que la
crisis es una soga que alguien nos ha puesto al cuello para dejarnos sin
aliento y aturdidos mientras los de siempre nos dejan en pura pelota. Esos jóvenes
a los que, desde los medios controlados por los de siempre, se machacón con el
apodo de "generación nini" porque ni estudian ni trabajan -lo primero
porque no han podido o han terminado sus carreras y lo segundo porque no
encuentran dónde hacerlo- están ahora en la calle, expuestos a la gripe y cosas
peores. Y el coste de su salud correrá a cuenta de sus padres o se tendrán que
buscar la vida.
Quizá lo persiga esta exclusión del sistema de estos jóvenes
sea chantajearles para que acepten cualquier contrato basura para poder
utilizar el sistema sanitario, porque lo que han venido pagando sus padres religiosamente
cada mes.
Montoro podrá culpar a quien quiera, pero lo que han hecho
con nuestra sanidad lo han hecho a conciencia y van a conseguir que a la España
que dejen, después de este sueño de justicia social interrumpido de golpe, no
la va a conocer, para mal, ni la madre que la parió, que diría Alfonso Guerra.
Eso sí, seguirán canturreando eso de "pío, pío, que yo
no he sido".
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1 comentario:
Los inmigrantes ilegales saben que al llegar allí estaran sin derechos, muchos de ellos ni siquiera habrán conocido un hospital pero lo hacen porque no encuentran otra posibilidad de surgir y llegar a tener una vida donde el trabajo les permita tener un sueldo que cubra sus necesidades, ellos siempre buscan una ong en caso de urgencia de salud y alimentos.
Distinto es el caso de los jovenes españoles, quienes me parece deberían unirse en una sola Federación para luchar por sus derechos, he podido contar 25 asociaciones de parados, 2 de parados sin fronteras y la asociación de jovenes sin empleo y sin experiencia, pueden ser mas que no conozca, pero siempre ayuda luchar unidos en una sola voz.
Reconozco mi ignoracia y quizas ya exista, como existe la Federación de asociaciones para la defensa de la sanidad pública, en la que tú Javier debes de seguro participar.
El camino de la organización para la lucha pacífica por los derechos ciudadanos es un camino que siempre lleva a la meta, aunque en determinadas ocasiones que espero nunca tengan que vivir, no es el único camino.
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