Si algo lamento este 1º de mayo es no poder salir a las
calles de Madrid a "hacer el gamberro", que diría la indeseable y
pendenciera presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Pero mi
salud, una herida abierta en un pie, me conseja no caminar demasiado y, mucho menos, arriesgarme a ponerme
bajo un chaparrón que me obligue a pisar más charcos de los que acostumbro
pisar.
Lo lamento porque, desde que la democracia volvió a este
país, y no precisamente de la mano de quienes ahora pretenden darnos lecciones
de ella, mientras nos meten la mano en la cartera, ningún 1º de mayo ha sido
tan necesario que las calles se llenen de trabajadores, con y sin trabajo,
pensionistas y, sobre todo, jóvenes, para decirle al Gobierno que NO, que este
país no quiere suicidarse por más que quienes llegaron al poder desde el todo
vale de la mentira y el acoso le tengan ya tejida y al cuello la soga para
hacerlo.
No puede ser que este Gobierno, elegido ingenuamente gracias
al voto de muchos ciudadanos que ingenua o interesadamente creyeron sus
mentiras imposibles, pretenda que las dentelladas de la crisis sólo alcancen
los tobillos de la gente más humilde y necesitada. Todo, absolutamente todo lo
que vienen haciendo desde hace cuatro meses, ha perjudicado a los mismos. A las
grandes fortunas, a la banca que sigue taponando la salida a la crisis, a la
iglesia católica, perro guardián de unos valores trasnochados e interesados que
consagran la servidumbre del ser humano a los poderosos, a todos esos, no les
ha tocado ni un pelo de la ropa.
Mientras, al resto les ha recortado los ingresos y las
prestaciones a las que tiene derecho después de años de cotización y lucha,
mientras, una mentira más, les ha subido los impuestos, el transporte, la luz,
los medicamentos, las tasas universitarias y un largo etcétera de gastos que
acabarán por asfixiarnos.
Y no sólo eso. Haciendo gala de una especie de sadismo calculado,
el presidente guadiana que tenemos se permite el lujo de anunciarnos que, cada
viernes, nos sorprenderá con un nuevo recorte y, parece además, que con la
venta de gran parte de lo que es el patrimonio de todos los españoles. Han
venido a liquidar la nación para ponerla en manos de sus amigos y están
dispuestos a hacerlo cuanto antes, por si no llegan al final de la legislatura.
Nunca como hoy será necesario llenar las calles, porque los
populares, cada vez más impopulares, se han propuesto llegar a la orilla del
déficit cero en la que les espera Angela Merkel, agarrando por el cuello a todo
el que encuentren en su camino, hundiéndole en el fango.
No hace tanto, el secretario general de los socialistas,
Alfredo Pérez Rubalcaba, ha equiparado a los ministros de Rajoy como un hatajo
de pollos sin cabeza que corren enloquecidos sin saber a dónde. Yo más bien
creo que, como digo, son como esos inconscientes que se lanzan al agua sin
saber muy bien lo que es nadar y sin conocer la profundidad del río y que,
mientras salen del aprieto, se agarran al cuello del que pillan y lo ahogan.
Hoy es 1º de mayo y hoy, insisto, más que nunca, es tiempo
de echarse a la calle, que, como escribio Celaya, ya es hora de pasearnos a cuerpo. En otras palabras ya es hora de ir a la calle a"hacer el gamberro", mal que les pese a Aguirre y los que son como ella.
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