Ante todo, quede constancia de que no soy tan cándido
como para hacerme la pregunta en serio. Lo que ocurre es que me gusta señalar
las paradojas que circulan como ramas que lleva la corriente en medio del torrente absurdo de las perogrulladas, medias verdades y mentiras completas que
constituyen la cáscara de la política de este país.
Daría risa, si no fuese para echarse a llorar, que los
políticos designados para regir la política económica de este país anden a
trastazos -sordos, eso sí- por un quítame alá ese control de gasto autonómico,
en tanto que su jefe, el silencioso Rajoy, ha dejado sin cubrir la
vicepresidencia económica del gobierno, no sé si esperando que uno de ellos
rinda su orgullo y sus apoyos ante el otro o para que se despedacen ante los
ojos de todos, como aquellos terribles combatientes siameses, los peces
caníbales del álbum "Vida y color".
Lo cierto es que, con un agujero presupuestario como el que
existe en la práctica totalidad de las comunidades autónomas, algo habrá que
hacer para que dichas comunidades dejen de ser la herida por la que se desangra
absurdamente el déficit del Estado. Uno, Luis de Guindos, tecnócrata de la
banca sin piedad que nos ha llevado a esta crisis, apuesta por que los
presupuestos de cada una de las autonomías se sometan al control del Estado
Central, el otro, hombre de partido, no parece querer enemistarse con los
barones -también el PP los tiene- que quitan y ponen en los congresos del
partido.
Cierto es también que los dos tienen su punto de razón,
porque no podemos seguir haciendo por todas partes aeropuertos sin aviones,
mientras las escuelas, como en la boyante Valencia de las regatas y la Formula
Uno, se ven abocadas al cierre o al rescate del Gobierno por falta de liquidez
para pagar a los proveedores y los salarios de sus maestros; tampoco sería
razonable asfixiar el tejido económico de esos territorios paralizando
cualquier inversión que, como parecen haber olvidado, los adalides de la
tijera, es fuente de riqueza y, sobre todo, puestos de trabajo.
En fin, que ya veremos en qué queda este combate de moscas
sin alas en el tarro de Rajoy. Pero, mientras tanto, que nos e froten las manos
en el PSOE, porque el espectáculo que están dando los dos precandidatos a su
congreso, tampoco resulta nada edificante. Y aquí viene la paradoja: si unos y
otros comparten ideología y todos dicen estar en política para defender el bien
común ¿por qué se pelean?
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