lunes, 23 de enero de 2012

PONER CARA AL ENEMIGO


En cualquier contienda -y la vida es una sucesión de contiendas- es primordial saber quién es el enemigo, algo que no siempre resulta fácil y más si el enemigo es un monstruo insaciable que se alimenta de nuestros miedos y nuestras miserias, mientras sentimos su aliento en nuestros cogotes cansados ya de tanta humillación.
Acostumbrados como estábamos a localizar a nuestros adversarios entre "los clásicos", nos hemos dejado embaucar por la marea liberal que ha sabido implicarnos en su juego, borrando de nuestro pensamiento el orgullo de clase que tan lejos llevó a la izquierda en otros tiempos.
Ese es el mayor pecado de la izquierda en los últimos tiempos. Haber sido capaz de avergonzarse de lo que más debería enorgullecerla, como lo son la búsqueda de la justicia y la solidaridad. También, haber pretendido aplicar a la contienda por el poder las mismas reglas que se aplican a la venta de un detergente o un refresco, haber difuminado las señas de identidad de la izquierda para no provocar rechazo en esa gran masa acobardada y ventajista que huye de cualquier cambio que perturbe su fin de semana de sofá y centro comercial.
La izquierda se ha dejado demasiados jirones de su piel en ese afán de mimetizarse con ese ciudadano indeterminado y gris. La izquierda ha apartado su mirada de los problemas cotidianos de los barrios y los centros de trabajo, la izquierda de ha desdibujado y se ha desmovilizado entre los halagos de la banca y los aliados de fuera, convirtiéndose en un tigre reumático al que le cuesta ya salir de su cómodo refugio para cazar y defenderse.
Lo hicieron muy bien Tatcher y sus muchachos. Vendiendo a los desfavorecidos unas viviendas que, por humildes que fuesen, constituían un derecho, consiguieron convertir a Cenicienta en una princesa soberbia e inconsciente, que no tardó en volverse un juguete del príncipe y sus lacayos. Hicieron creer a los de abajo que los de arriba eran los suyos. Y no era cierto.
Por eso reconforta escuchar discursos como el del líder socialista francés, François Hollande que que ha dicho alto y claro que su adversario es el sistema financiero, para el que propugna una reforma radical. Ojalá les vaya bien a él y a los franceses. Ojalá Francia vuelva a ser el escenario de otra victoria contra la tiranía que ya no gasta pelucas empolvadas, sino yates, coches caros y otros lujos que no son más que un insulto a sus víctimas.

No hay comentarios: