viernes, 20 de enero de 2012

CASTRAR A UN TIGRE


Al FBI no le gusta la circulación libre de la información, Ya pasaba en tiempos de ese ser contradictorio y a menudo despreciable, Edgar Hoover, que, con la ley y el orden como excusa, anduvo, por ejemplo, husmeando la bragueta de Martin Luther King.
La poderosa Oficina Federal de Información acaba de cerrar Megaupload, uno de los portales de descargas en la red con mayor volumen de tráfico, y dicho cierre ha desatado de nuevo el debate larvado de un tiempo a esta parte sobre todo lo concerniente a la propiedad intelectual.
El cierre de Megaupload puede ser sólo el principio de una ofensiva mayor que lleve al cierre de instrumentos de comunicación tan importantes hoy día como Google o, por qué no, Youtube, Twitter o el mismo Facebook.
Resulta curioso que la razón aducida para el cierre es la de que los responsables del portal se lucraban con el tráfico de archivos generadores de derecho de autor. Yo me pregunto entonces para cuándo el cierre de Movistar, Orange, Vodafone y cualquier otro operador de telefonía que viven de la circulación de megas y megas de música, cine, literatura e información, pública o privada, por sus canales de distribución de Internet a cambio de importantes mensualidades.
Yo, que he tenido cerca y he sufrido el mal entendido negocio de la música, tengo que rebelarme contra este abuso que, de ir más allá o, simplemente, de no dar marcha atrás, nos llevará de nuevo a la tiranía de las discográficas que deciden qué debemos consumir, dónde y cuándo, cono ocurría no hace tanto, cuando los sobres, los favores y la cocaína tenían más que decir sobre éxitos o fracasos que el libre juicio de los consumidores de esos productos musicales.
Internet y todas las herramientas que han crecido y se han extendido en ella han roto el embudo a través del cual los propietarios de las industrias culturales decidían que autores publicaban, cuánto tiempo permanecían sus libros en los estantes o cuando quedaban descatalogados. Eso por no hablar de las fronteras que nos impedían conocer otras músicas, otras literaturas u otro cine.
El embudo ha dejado de serlo y, ahora, nadie o casi nadie decide qué debe gustarnos.
Los éxitos no los decide la cadena de turno y, en esencia, las obras de un autor o un músico consagrados tienen las mismas oportunidades en la red que la de un desconocido.
La música, la literatura y el cine han evolucionado en estos últimos años como no lo habían hecho nunca y ha sido gracias a la red y a que la red impide el control absoluto de la distribución. Si sigue adelante esta barbaridad, si se cierran los canales donde los usuarios cuelgan y retiran lo que quieren difundir o conocer, volveremos a las tinieblas. Eso, sin olvidar que esos espacios de libertad sirven también para que quienes carecen de ella puedan conquistarla.
A quienes ostentan el poder, que se parecen demasiado entre ellos, no le gustan los rugidos ni la agresividad del tigre. Por eso quieren castrarlo. Ahora bien, si lo hacen, lo que tendrán ya no será un tigre. Quizá lo que ocurre es que es precisamente eso lo que pretenden.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En la era de la información, su vertiginoso movimiento no podrán detenerlo. Los que pretenden eso se parecen a los que quisieron callarte y no lo lograron, esta vez tampoco.

A. Garcia Portela dijo...

Recomiendo este enlace que me han dejado en mi blog

A. Garcia Portela dijo...

No salió:
http://orsai.bitacoras.com/2011/12/para-ti-lucia.php