Aún recuerdo aquellos años en que el papel de periódico
cobraba una segunda vida en los mostradores de los comercios y en los puestos
de los mercados, aquellos mercados que han sucumbido ante la presión de las
grandes cadenas de distribución que, curiosamente, se erigen en ahora, al menos
en Madrid, como salvadores de los escasos supervivientes a cambio de amputarles
la mitad de la superficie.
Pero esa, aunque muy seria, es otra historia. O no. Porque,
en gran medida, las "grandes superficies" fueron las que impusieron
con mucha mano izquierda, horarios extendidos, parkings y bolsas de plástico,
muchas bolsas de plástico la dulce tiranía con que nos tiene encadenados.
Me viene todo esto a la cabeza porque el pasado viernes tuve
un arranque de rebeldía -últimamente tengo muchos, quizá demasiados- cuando, en
un conocido hipermercado, la bolsa que me cobraron estaba "ilustrada"
de arriba a abajo con la imagen de marca del mismo. Mi rebeldía consistió en
preguntar con una sonrisa a la cajera por qué si la bolsa era mía, puesto que
al pagarla la compraba, me obligaban a ir exhibiendo su publicidad hasta mi
casa.
Parece una tontería más de tiquismiquis que a veces soy,
pero no lo es tanto. Si estos establecimientos -mi padre decía mucho lo de
"establecimiento para referirse al suyo- cobran, ahora que les obligan,
las bolsas que antes regalaban ¿no sería más lógico -y justo- que nos
entregasen una bolsa blanca o que al menos llevase impresa publicidad
institucional recomendando el reciclado?
Deteneos un momento a pensarlo. Antes esas bolsas no existían.
Mejor dicho, no abundaban y tampoco saturaban nuestras casas y nuestros
contenedores de basura. La gente iba a la compra con las bolsas de red o
plegadas que llevaba desde casa y que se utilizaban una y mil veces. Unas
bolsas que se fabricaban -a veces a mano- se vendían -yo he vendido muchas-
inducían a un cierto orden a la hora de ir al mercado y, sobre todo, evitaban
cargar y cargar bolsas y bolsas hasta el límite del dolor, como equivocadamente
hacemos ahora, poniéndonos a salvo de tantas lesiones en brazos y columna.
Que conste que sé que volver a aquello es imposible y que la
decisión de cobrar las bolsas de plástico en los grandes comercios es una buena
medida e inteligente medida que, ojalá, se complemente con la implantación de
los envases retornables, pero dejadme que añore aquellos tiempos del cubo de
basura forrado con papel de periódico y ocupado sólo por residuos orgánicos.
Sin embargo, hoy nuestra basura está integrada
fundamentalmente por envases y la mayoría de los periódicos que leemos no son
más que una imagen en una pantalla.
2 comentarios:
«Papel de paródico». Pocas veces una errata tiene tanto sentido.
Tienes razón, Jeremías. Parece hecho a propósito, pero, efectivamente, es una errata ya corregida Gracias
Publicar un comentario