martes, 22 de octubre de 2019

REVOLUCIÓN Y BASURA


De todo lo que he visto y oído estos días en relación con los incidentes de Barcelona, horas y horas de televisión, gritos, consignas, sirenas, llamas, piedras, escopetazos y cohetes, lo que, quizá, me haya llamado más la atención han sido las palabras y los gestos de la gente de a pie, especialmente la que se  enfrenta a pecho descubierto a violentos enmascarados, envueltos muchas veces su bandera, esa misma bandera que unos y otros cuelgan de su balcón en ocasiones señaladas.
Recuerdo especialmente el incidente ocurrido entre un grupo de violentos, dispuestos a apedrear a los antidisturbios, frente a los que una mujer a cara descubierta les gritaba "así no, así no" y la respuesta de uno de esos energúmenos que le dijo que "aquello era una revolución y no una fiesta". Sin querer, aquel enmascarado, nos estaba diciendo que las marchas y las concentraciones pacíficas que llevan a cabo los independentistas, probablemente esa mujer entre ellos, están de fiesta y que son ellos, con sus piedras y sus barricadas, quienes está haciendo la verdadera revolución.
Extraña revolución esa que convierte una ciudad, una de las más hermosas y amables que conozco, en un campo de batalla lleno de humo y escombro, sin conseguir nada a cambio, salvo el pavoneo ante los colegas quien se ha creído héroe por unas horas y las descargas de adrenalina que tan buenas son para un corazón joven y fogoso, si es que lo soportan.
Es de agradecer que en medio de estos altercados aparezca gente como esa mujer o como la que horas después de la batalla campal en la plaza de Urquinaona proclamaba su derecho a pasear por su barrio, sembrado de cascotes y llamaba burros a los enmascarados porque, siguió explicándoles, serán ellos quienes pagándolo y no quienes se esconden detrás de ellos, que nunca pisarán la cárcel. Sabias palabras, las de esta mujer, dichas desde la emoción t la rabia que dan idea de lo que debe estar pasando la gente de a pie en Cataluña. 
Esta mañana el sonido que nos golpeaba en la conciencia es el de un vecino de Reus que comparte edificio con la sede del PSC y que, cuando regresaba de pasear a su perro, se encontró el portal de su casa bloqueado por la basura con que los catalanes bienpensantes, los que siguen las consignas para no equivocarse, habían decidido castigar a los socialistas. "En mi casa no", les gritaba, mientras uno de los "basureros" inversos acabó por añadir ·tiene razón".
Es esa otra de las características de esta "revolución" la de cubrir de insultos y basura a quienes no comparten pensamiento y consignas. Ese es el riesgo de quien quiere pensar por sí mismo y encuentra virtudes y defectos en un lado y otro. En cuanto te apartas del camino sagrado de la independencia, te caen encima los insultos y unos cuantos kilos de basura, a veces, incluso, personalizados con tu foto.
Muy extraña la relación de los catalanes alzados, Cataluña ha sido siempre tierra de buen teatro, con la basura que utilizan tanto en la escenografía de sus algaradas, quemando contenedores, como en la coreografía de sus protestas, llenando de basura y a veces de excrementos la puerta del señalado o de lazos confeccionados también con bolsas de basura amarillas, las calles y fachadas. 
Los catalanes independentistas, llenos de optimismo, habían proclamado la suya como "la revolución de las sonrisas, pero, visto lo visto y sin buscar segundas intenciones en lo que digo, bien podría acabar siendo "la revolución de la basura"

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