Quién me iba a decir hace unos meses que el autoconsiderado
líder de la izquierda española Pablo Iglesias, guía del pensamiento, también
por propia iniciativa, de esa izquierda se sentiría incómodo con el desahucio
de los restos de Franco de su mausoleo en la sierra del Guadarrama ¿Será porque
le gustaba tener de vecino el cadáver del dictador, Galapagar está más cerca de
Cuelgamuros que de El Pardo, será que no quiere remover el pasado, será que
ahora cree en aquella reconciliación, en aquella bendita amnesia que sirvió
para que los demócratas olvidásemos a los excesos de aquellos verdugos que
mataron, torturaron, encarcelaron y robaron a sus víctima de todos los colores,
a lo largo de casi cuarenta años, mientras que ellos, los verdugos, jamás
olvidaron los números de las cuentas en las que fueron escondiendo el resultado
de su rapiña, robada directamente, comprada con el miedo como intermediario, o
arrancada del sudor de los presos, cautivos decían, que durante años vieron
marchitar sus vidas en penales y campos de trabajo inmundos?
Yo pensé que cualquiera que quisiera cerrar la cuanta de
tantos años de dolor, cuarenta años de rabia contenida, de miedo y de
humillaciones, se felicitaría por este gesto simbólico, aliviar la humillación
de quienes, después haber sido asesinados en el campo o junto a las tapias de
cualquier cementerio y arrojados sus restos en cunetas y fosas comunes, después
de todos esto fueron removidos de la tierra, anónima o no, en la que
descansaban para servir de escolta forzosa de su asesino. Lo pensaba, pero me
equivocaba, porque no fui capaz de calcular hasta dónde puede llegar la miseria
humana, hasta qué punto un político con más de gurú que de demócrata, puede
rebajarse para tratar de arrebatar unos votos que se convierten en escaños y
estos en sueldos y subvenciones para su partido.
Gracias a Pablo Iglesias lo he sabido. La primera vez que
escuché sus reproches a la exhumación creí que había oído mal que, como mucho,
había sido un "calentón", u exceso verbal de quien lleva ya años
enredándose y tratando de enredarnos en la demagogia, Sin embargo y por
desgracia, he podido comprobar cómo se revolcaba en lo que pensé que era un
error, acusando a Pedro Sánchez de hacer electoralismo con la exhumación del
dictador a pocas fechas de las elecciones. Después de muchas vueltas he llegado
a la conclusión de que lo de Iglesias son simples y miserables celos. Celos de
haber estado sentado en la mesa del Consejo de Ministros que dio el visto bueno
con fecha y hora a este traslado que cierra o abre, como se prefiera, una nueva
etapa de la Historia de España. Su partido podía haber formado parte de ese
gobierno, pero tres ministerios y una vicepresidencia le parecieron poco para
Podemos.
Cree Iglesias que la culminación del proceso iniciado por el
Congreso hace muchos meses, a las que ningún gobierno democrático se había
atrevido, es un acto electoralista, porque la salida de la momia del dictador
de tan ominosa cripta podría reportar a Pedro Sánchez réditos electorales.
Iglesias olvida o, mejor dicho, oculta a quienes le escuchan que la fecha no es
elegida sino el resultado de un largo, larguísimo y cansino, trámite judicial
en el que los monjes que hasta hoy custodiaban los restos del dictador,
haciendo una suculenta "caja" por ello, o el abogado de carísima
minuta de la familia del tirano, hijo de un ministro falangista de Franco y
cuñado de Alberto Ruiz Gallardón, resuelto por el Tribunal Supremo a favor del
Gobierno una y otra vez hace apenas unos días.
Es lamentable por tanto que alguien que dice defender a la
izquierda, alguien que presume de estar con las víctimas de Franco, alce su voz
para sumarla al coro de quienes no estuvieron ni están de acuerdo con que esto,
el desalojo del cabecilla de los asesinos del lugar donde reposan sus víctimas
pudiese llevarse a cabo. Dice Iglesias que no había prisa, debe confiar en que
la derecha, ojalá, no va a ganar las elecciones, pero, como yo no me fío y
menos si que lo haga la izquierda depende de él, prefiero y aplaudo la prisa de
Sánchez. Oponerse al traslado desde izquierda que por tres veces ha impedido
que gobierne la izquierda, eso sí es electoralismo, electoralismo del peor y
del más fúnebre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario