Está claro. No hace falta ser un recién llegado de Marte
para asomarse ayer a Cataluña y no entender nada. A mí, apasionado de la
política desde que Franco, como al resto de españoles me la negó, me cuesta
entender, no lo que está pasando, que está claro, sino que los catalanes de
buena fe no se den cuenta del "chalaneo" a que les están sometiendo
sus gobernantes.
Me pregunto, por ejemplo, qué pensarán ahora los
contusionados y heridos que, siguiendo la consigna del presidente del Parlament
Roger Torrent o el sibilino presidente Torra, se echaron a la calle para
recibir los porrazos de los mossos enviados por el conseller Buch. No sé qué
pensarán cuando hoy, convalecientes de brechas y moratones, lean el tuit en el
que el jefe del gobierno del que dependen los que empuñaron las porras les
felicita y agradece sus movilizaciones y haber demostrado firmeza y más
determinación que nunca.
Me gustaría saber qué pensaron ayer los miles de turistas
condenados a arrastrar sus maletas por una carretera o aquellos viajeros que
estando ya en el aeropuerto no pudieron volar a sus destinos, porque las
tripulaciones de sus vuelos quedaron atrapados en medio del tsunami
difícilmente democrático lanzado contra El Prat, Me gustaría saber qué piensan
los viajeros del AVE que no pudieron llegar a Girona y la frontera o venir de
ellas, porque un "apretón" de los CDR fundió el acero de las vías del
tren de alta velocidad hasta deformarlas y hacerlas intransitables.
Lo de ayer y más si es seguido por lo de hoy y los próximos
días va a hacer mucho daño a la imagen de Cataluña. Nadie o muy pocos van a
arriesgarse a viajar a Cataluña, por placer o por negocios, para verse
atrapados en medio de un desastre como el de ayer y eso perjudicará
seriamente a una ciudad como Barcelona que vive del turismo, excesivo y a veces
indeseado, pero turismo a fin y al cabo, que, si por algo se caracteriza, es
por sus miedos y por la facilidad que tiene para cambian de destino cuando
surgen los conflictos.
Quizá lo que explica todo es que estamos a las puestas de
unas elecciones a las que se presentarán también los partidos de los condenados
y que, como en momentos parecidos, se apoyarán en las movilizaciones para,
una vez más, diluir su mala o nula gestión y presentarse ante las urnas con el
tirón sentimental que dan el victimismo y la voluntad de resistencia.
El panorama no es nada halagüeño y nos condena a vivir en ese bucle
maldito del "yo hago y tú me responde", de la acción y reacción, del
que no saldremos hasta que alguien tenga ese difícil coraje de volver a los
cuarteles de invierno y esperar momentos mejores, de más serenidad y, sobre
todo, de más generosidad.
Mientras tanto, la brecha abierta entre los catalanes,
porque desgraciadamente generalizamos, y el resto de los españoles crece, más
con estos tsunamis devastadores, que todos lo son, arrasando todo a su paso,
sólo justificables en contra de las dictaduras, nunca en democracias donde los
ciudadanos gozan de todos los derechos y pueden tener representantes en el
parlamento de la nación y en el de su correspondiente autonomía.
Alguien tendría que "bajarse del macho" y entender
que así no pueden no podemos seguir, alguien tendría que explicarles a los
catalanes que están siendo utilizados. que no puede ser que les animen a jugar
a una independencia imposible los mismos que luego les reprimen, que jueguen
con ellos a dos barajas utilizándoles como moneda de cambio en una negociación
cada vez más remota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario