martes, 15 de octubre de 2019

A DOS BARAJAS


Está claro. No hace falta ser un recién llegado de Marte para asomarse ayer a Cataluña y no entender nada. A mí, apasionado de la política desde que Franco, como al resto de españoles me la negó, me cuesta entender, no lo que está pasando, que está claro, sino que los catalanes de buena fe no se den cuenta del "chalaneo" a que les están sometiendo sus gobernantes.
Me pregunto, por ejemplo, qué pensarán ahora los contusionados y heridos que, siguiendo la consigna del presidente del Parlament Roger Torrent o el sibilino presidente Torra, se echaron a la calle para recibir los porrazos de los mossos enviados por el conseller Buch. No sé qué pensarán cuando hoy, convalecientes de brechas y moratones, lean el tuit en el que el jefe del gobierno del que dependen los que empuñaron las porras les felicita y agradece sus movilizaciones y haber demostrado firmeza y más determinación que nunca.
Me gustaría saber qué pensaron ayer los miles de turistas condenados a arrastrar sus maletas por una carretera o aquellos viajeros que estando ya en el aeropuerto no pudieron volar a sus destinos, porque las tripulaciones de sus vuelos quedaron atrapados en medio del tsunami difícilmente democrático lanzado contra El Prat, Me gustaría saber qué piensan los viajeros del AVE que no pudieron llegar a Girona y la frontera o venir de ellas, porque un "apretón" de los CDR fundió el acero de las vías del tren de alta velocidad hasta deformarlas y hacerlas intransitables.
Lo de ayer y más si es seguido por lo de hoy y los próximos días va a hacer mucho daño a la imagen de Cataluña. Nadie o muy pocos van a arriesgarse a viajar a Cataluña, por placer o por negocios, para verse atrapados en medio de un desastre como el de ayer y eso perjudicará seriamente a una ciudad como Barcelona que vive del turismo, excesivo y a veces indeseado, pero turismo a fin y al cabo, que, si por algo se caracteriza, es por sus miedos y por la facilidad que tiene para cambian de destino cuando surgen los conflictos.
Quizá lo que explica todo es que estamos a las puestas de unas elecciones a las que se presentarán también los partidos de los condenados y que, como en momentos parecidos, se apoyarán en las movilizaciones para, una vez más, diluir su mala o nula gestión y presentarse ante las urnas con el tirón sentimental que dan el victimismo y la voluntad de resistencia.
El panorama no es nada halagüeño y nos condena a vivir en ese bucle maldito del "yo hago y tú me responde", de la acción y reacción, del que no saldremos hasta que alguien tenga ese difícil coraje de volver a los cuarteles de invierno y esperar momentos mejores, de más serenidad y, sobre todo, de más generosidad.
Mientras tanto, la brecha abierta entre los catalanes, porque desgraciadamente generalizamos, y el resto de los españoles crece, más con estos tsunamis devastadores, que todos lo son, arrasando todo a su paso, sólo justificables en contra de las dictaduras, nunca en democracias donde los ciudadanos gozan de todos los derechos y pueden tener representantes en el parlamento de la nación y en el de su correspondiente autonomía.
Alguien tendría que "bajarse del macho" y entender que así no pueden no podemos seguir, alguien tendría que explicarles a los catalanes que están siendo utilizados. que no puede ser que les animen a jugar a una independencia imposible los mismos que luego les reprimen, que jueguen con ellos a dos barajas utilizándoles como moneda de cambio en una negociación cada vez más remota.

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