miércoles, 12 de junio de 2019

YA HAN PASAO'


La Historia que estudiábamos de niños, cuando más dados somos a creer en cuentos, nos hablaba de grandes gestas, de resistencias heroicas que se vencían cuando, al final, alguien conduce al sitiador por el pasadizo secreto o la puerta oculta en las murallas que conduce al interior de la ciudad situada. Pues eso, exactamente eso, es lo que ha pasado en la Comunidad de Madrid y puede acabar pasando en el ayuntamiento de la capital y en otras muchos gobiernos autónomos o municipales.
El traidor, colaborador necesario para franquear el paso a Vox hasta el corazón de esas instituciones ha sido y será Ciudadanos, cansado de perseguir por las buenas, con decencia, su llegada al poder que,  acuciado por no sé qué prisas, acaba de apoyarse en la debilidad del PP y en las ansias de Vox por cruzar la muralla, para disfrutar de su trocito del pastel, contaminado eso sí por el veneno de la extrema derecha, a cuyo apoyo no ha querido renunciar, plenamente consciente de lo que hacía, no sé si también de sus consecuencias.
Vox, meloso y cautivador en los últimos días, no ha podido resistirse a enseñar su verdadera cara, y no ha tardado ni un minuto en organizar una romería "patriótica" al despacho ocupado hasta ahora por un diputado de la que será su oposición, para cambiar un cartel que ensalzaba la igualdad de todos ante la Ley por un retrato del rey, supongo que como antídoto contra el deseo democrático que adornaba la pared.
Lo ocurrido ayer en Madrid, ese acuerdo entre PP, Vox y Ciudadanos, porque Ciudadanos está en el acuerdo y no sólo a título lucrativo, como el PP lo estaba en la trama Gürtel, sino que, amén de ese café clandestino entre Rocío Monasterio e Ignacio Aguado que propició la popular Díaz Ayuso, el partido de Rivera en Madrid, conducido en la parlamento autónomo por el "odiador" de todo lo que huela a izquierda Ignacio Aguado, ha aceptado sentarse a la mesa del banquete con los de Abascal y, aparentando hacerle ascos, por aquello de guardar las formas, compartir comida y bebida con ellos.
De momento, ha cedido al PP los votos necesarios para cubrir el hueco que dejaban en los de Ayuso, los que "graciosamente" traspasó a Vox, para alcanzar una de las presidencias de la Asamblea y quién sabe cuántos cargos del gobierno autónomo.
La maniobra, aún no está claro si legal, del trío de Colón no ha sido posible sin el conocimiento y el consentimiento de Ciudadanos, que ha dejado de ser ambiguo para hundirse hasta las trancas en la derecha cooperativa que gobernará a los madrileños los próximos cuatro años, gestionando los más de veintidós mil millones de euros de su presupuesto, de modo que, de todo lo que hagan, nos hagan, los socios de Ciudadanos desde el gobierno de Madrid, podremos corresponsabilizar a Ciudadanos, el partido que ha hecho posible la entrada de Vox en las instituciones, de Andalucía, Murcia y Madrid de momento, incluso quedando en minoría frente al dúo PP-Vox, que no tardará en dar dolores de cabeza, si no a todo e partido, sí a quienes, dentro de él, creían en su presunto centrismo. 
También, a quienes creían sinceramente a Albert Rivera cubierto de banderas arco iris, que no van a tardar en sufrir en sus carnes la homofobia de sus nuevos socios, homofobia que ha llevado a más de un candidato de la propia Vox a renunciar a sus candidaturas y, en su caso, a sus actas ya conseguidas "por razones de salud".
No quiero ni imaginarme como van a ser estos cuatro años que tan chuscamente arrancaron ayer. Sólo espero que, como pretende el partido de Errejón, el Tribunal Constitucional revoque la adjudicación de los puestos en la mesa de la Asamblea de Madrid, en la que, a su partido, Más Madrid, con un 15% de los votos, se le prive de un puesto en la mesa, para dárselo a Vox, que no alcanza el 9%. No quiero ni imaginarme como van a ser estos cuatro años con un aparato de bloqueo de cualquier iniciativa de la izquierda que no le parezca bien a Vox. No quiero ni imaginarme como será la vida de los madrileños ahora que "ya han pasao'".

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