miércoles, 19 de junio de 2019

¿SE CORTARÁ LA MAYONESA?


Para hacer mayonesa, todo el mundo lo sabe o debiera saberlo, son precisos tres ingredientes, además de una pizca de sal. Los tres ingredientes de la famosa salsa son los huevos, el aceite y un toque ácido que suele aportar el limón, eso y batir sin pausa y con tiento. Sólo así, esa joya de nuestra cocina y la de Francia acaba ligándose, al emulsionarse el huevo y el aceite como un todo, sin que el ácido del limón "corte" la mezcla.
Pues bien, los pactos para gobernar el ayuntamiento de Madrid son una suerte de mayonesa difícil de ligar, en la que los huevos los ponen los chicos aguerridos de Vox, el aceite lo pone el escurridizo PP de Martínez Almeida o quien sea que lo dirija y el ácido limón va por cuenta de Ciudadanos que, tras la sonrisa de Begoña Villacís, oculta el gesto agriado de los dirigentes del aparato.
Llegar a un acuerdo para que Carmena no repitiese como alcaldesa fue relativamente fácil, era mucha la prisa y, con más o menos alegría, más o menos convencidos, llegaron a un acuerdo, hoy sabemos que secreto, sin que, aparentemente, el limón y los huevos llegaran a tocarse, con el peligro que eso implica para la estabilidad de la mezcla.
Ayer la cosa se puso seria cuando Vox reclamó lo suyo, que la mayonesa  supiese a huevos, los suyos, y, para que así fuese, reclamó poder que pueda exhibir ante los suyos, reclamó para sí concejalías de las de verdad, las de gobierno, con su ración de poder y presupuestos, pero de verdad, no como las que el PP pretende darle en tres barrios de la capital, entre ellos Usera, una zona n las que desde hace más de una década se han establecido inmigrantes chinos y sudamericanos, especialmente de origen colombiano, lo que a un partido que se reconoce xenófobo la sienta como un par de pistolones a San Antonio.
Vox consciente del poder que tiene, no en votos sino en la circunstancia de tener en tener la llave con la que cerrar ese gobierno tan ansiado por la derecha que, enfurruñado como un niño maleducado y consentido, podría devolver a la izquierda, que ya no a Carmena, porque ésta, como había prometido, el lunes devolvió el acta de concejal tan brillantemente conseguida. Ayer mismo, a lo largo de tres horas de la tarde, el alcalde y Ortega Smith, acompañados de dos representantes de las respectivas direcciones de sus partidos, anduvieron dando vueltas a la mezcla sin conseguir ligar el aceite de unos con los huevos del otro, repasando una y otra vez la fórmula secreta que consiguieron hace sólo unos días, apuntándola en un papel que no quieren enseñar, sobre el que no se ponen de acuerdo, porque incluye algún ingrediente inconfesable, que siguen escondiendo, especialmente a los ojos del partido de Rivera, que, como un limón abierto y listo para exprimir, se seca a la espera de que los del limón y los huevos se pongan de acuerdo.
Cuentan que la receta en discusión se consiguió ya de madrugada, uno de esos acuerdos tan propios de las largas negociaciones de la Unión Europea, un acuerdo de esos en los que el único vencedor es el cansancio y que, luego, después de unas horas en la cama, ya no parece el mismo y, por ello, nadie quiere reconocerlo. De modo que, ahora, mientras el tiempo corre inexorable, los firmantes esconden su "pacto Coca Cola”, secreto, inconfesable, vergonzante, en el que muy probablemente el PP dio a Vox lo que no tenía o lo que, simplemente, no podía darle si de verdad quería que Ciudadanos se incorporara a la mezcla. 
Lo cierto es que, a estas alturas, unos y otros siguen batiendo sus huevos y su aceite a la espera de que el limón del tercero le dé su visto bueno, pero, de momento nada asegura que, finalmente, no se corte la mayonesa diseñada hace meses en la Plaza de Colón, haciéndose una foto que desde entonces nunca más se ha repetido.

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