viernes, 14 de junio de 2019

NO ES POR LOS VECINOS


Tomadme por ingenuo, pero, sinceramente, yo creí, quizá porque tengo el corazón y el cerebro a la izquierda, que quienes pretenden el poder, especialmente en los ayuntamientos lo buscan para servir a los ciudadanos, en este caso a sus vecinos. Ahora, a unas pocas horas de la constitución de los miles de ayuntamientos que hay en España, otra vez he de caerme de ese guindo que riego con mis deseos y creencias. Muchos de quienes mañana serán alcaldes, por no decir la mayoría, buscaban la vara, no para conseguir escuelas o centros de salud, sino para que su cuñado, su primo, su amiguito del alma o quién diga su partido se queden con las obras, a veces innecesarias, que tiene pensado emprender en los próximos cuatro años.
Nunca me ha gustado mandar, casi tan poco como que me manden, y por eso no entiendo ese empeño de algunos en quedarse con la vara de alcalde. Sólo soy capaz de explicármelo si lo hace por servir a sus conciudadanos, otra vez el guindo, otra vez la ingenuidad, impulsado por ese espíritu, tan escaso entre nuestros políticos, de asumir el sacrificio propio, para conseguir el progreso de su ciudad. Por eso admiro a personajes que, como Manuela Carmena, han alcanzado la cima del prestigio en cada una de sus profesiones, Carmena como juez, para dedicarse a los demás, cuando podría retirarse de la vida pública, para disfrutar de ese respeto tan merecido.
Escribo esto cuando estamos a menos de veinticuatro horas de la ceremonia que marcará el rumbo de los próximos cuatros en nuestras ciudades, la ceremonia que determinará en qué barrios la limpieza será más esmerada, a qué barrio llegarán más autobuses, más nuevos y con qué frecuencia, qué calles serán más seguras, en cuales se harán nuevos polideportivos y cuánto tiempo estarán abiertos, porque habrá personal para atenderlos, dónde y cuántas escuelas infantiles, guarderías públicas, se abrirán, cuántos mercados, para los vecinos, no para turistas, se abrirán, quién cuidará de nuestros parques y zonas verdes, quién asfaltará nuestras calles, qué calles, quién y cuándo reparará los baches en calles tan precariamente empedradas que, más que baches tienen zanjas, Maldonadas, en Madrid, por poner un ejemplo,,, y así un largo etcétera de acciones, en el que, por lo que se ve, nadie pensó en campaña y dudo que vuelvan a pensar si se salen con la suya.
Conviene recordar, para que no caiga en el olvido, que no hace tanto, barrios como El Carmelo, en Barcelona o El Pozo del Río Raimundo, en Madrid, barrios en los que los vecinos tenían que cruzar con los zapatos limpios en la mano los barrizales que tenían por calles, hasta que ellos mismos las pavimentaron. Conviene recordarlo para no permitir que los nuevos ayuntamientos acaben olvidando, como aquellos lejanos ayuntamientos del franquismo, que los vecinos deben ser su primera prioridad.
Lo escribo, mientras me llega los ecos del cambalache frenético con el que unos y otros se empeñan en sumar, mezclándolos bizarramente, votos incompatibles, conseguidos con mentiras y vetos que se han visto insostenibles, para alcanzar el poder y la gloria, usurpados a los vecinos que tendrán que esperar cuatro años para rectificar o volver a equivocarse. Se ofrecen condiciones humillantes para que una minoría, arrinconada por los votantes, decida con su voto y su chantaje quién será alcalde, se ofrecen alcaldías a tiempo parcial, para conseguir la alianza que desaloje a quien consiguió el mayor número de votos, se saltan barreras de honor y se hace vergonzantemente, con cafés clandestinos y vete a saber qué concesiones. Se dice en campaña y se miente como un bellaco que uno se presenta a alcalde por sus vecinos, Rajoy lo dijo de manera más jocosa, pero no, no es por los vecinos, es por ellos y para ellos mismos.

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