viernes, 22 de noviembre de 2019

¡QUE VIENEN LOS RUSOS!


Ni la foto de EFE que ilustra esta entrada no está tomada en las calles de Cataluña ni su protagonista es un viejo independentista catalán. La imagen se tomó frente al consulado español en Moscú y quien aparece en ella no es otro que Vladimir Zhirinovsky, un líder ultranacionalista ruso -un Abascal ruso, para entendernos- sumándose a una manifestación a favor de la independencia en Cataluña, y esto, pue podría quedar en poco más que una anécdota, cobra importancia ahora que sabemos que la Audiencia Nacional investiga la presencia de "espías" rusos en Cataluña durante los días más crispados del Procés, al tiempo que sigue la pista de oscuras transferencias de bancos rusos que habrían acabado en el entorno del movimiento independentista.
Esto, que parece sacado de una novela de Le Carré, no sería del todo descartable, puesto que Rusia, una vez desaparecida la Unión Soviética y su influencia, con la caída del llamado "telón de acero", se quedó sin el poder que, durante la "guerra fría", le confería ser uno de los dos elementos del binomio Estados Unidos-URSS. 
Ahora, Moscú trata de recuperar esa influencia perdida en favor de China y su flamante imperio  económico tejiendo alianzas inexplicables y, sobre todo, desestabilizando países como el nuestro, echando mano de lo mejor que, al parecer, conserva de la herencia soviética, el KGB renovado, del que tanto sabe Vladimir Putin, una red de espionaje que, como la CIA, lo mismo acaba con quien Putin considera una amenaza, sea periodista, científico o ex espía, que "malmete" en los asuntos internos de algunos países, todo ello financiado por los bancos y las mafias rusas que con tanta eficacia han penetrado en Occidente, incluida España, sin olvidar la poderosa red de hackers rusos con connivencias o no con el estado ruso que lo mismo interfieren y secuestran los servidores de cualquier empresa que emponzoñan campañas electorales "troleando" a candidatos y difundiendo informaciones falsas o, como en el caso de Hillary Clinton, "robando" sus correos electrónicos para ponernos en manos de sus rivales.
Ese es su mejor caballo de batalla y, con él, consigue desequilibrar el poder en países que duermen en los laureles de su seguridad, como los Estados Unidos, llevando a la presidencia a un personaje tan imprevisible e inestable como Trump, al que ha convertido en su rehén, puesto que la información que tiene de él y sus chanchullos le han puesto a sus pies. Sabiendo esto, es fácil imaginar qué es lo que pretende Rusia en Cataluña. De sobra saben que una Cataluña independiente y al margen de la Unión Europea estaría dispuesta a caer en los brazos de alguien a quien debería tantos favores y que algunos dirigentes del procés, Torra y Puigdemont, por ejemplo, han dado síntomas, ambos, de ser tan inestables e imprevisibles como el propio Trump. Personajes que serían títeres en la estrategia rusa para recuperar la influencia perdida en el Mediterráneo.
Aquel "¡Que vienen los rusos!", una cursi comedia hollywoodiense, en la que, una vez superado lo peor de la guerra fría, se trataba de humanizar al enemigo ruso, nada tienen que ver con este "¡Que vienen los rusas!" de ahora, en el que, en lugar de un submarino en apuros, lo que nos llega es lo peor de la peor mafia y la inseguridad de que nada de lo que escribimos o leemos está a salvo de las manos y la mirada de los rusos.

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