lunes, 18 de noviembre de 2019

EL INDEPENDENTISMO EN FASE ANAL


La teoría es más vieja que la república catalana, la elaboró Sigmund Freud y hace referencia al placer que experimentan los niños aprendiendo a controlar sus esfínteres, que el inventor del psicoanálisis sitúa en torno a los dos primeros años de la infancia. El niño, la niña, descubre la caca y el pis y aprende a controlarlo y es feliz cuando aprende a usar el orinal. Sin embargo, ocurre también que el niño, en ocasiones, llega a jugar con sus heces tal cual y, en años posteriores, comienza a sentir entre vergüenza y jolgorio con las referencias a la caca y al pis ¿Quién no ha escuchado el "caca, pis, culo, pilila" como himno de rebeldía infantil? 
Lo anterior, que mueve a la sonrisa cuando se refiere a los pequeños de la casa, llega a preocupar si quien alude a pedos y eructos es todo un presidente de un gobierno autonómico haciendo sorna de su comparecencia ante el tribunal que desde hoy le juzgar por haber desobedecido a la Junta Electoral Central cuando le conminó a retirar de los centros oficiales, incluido el Palau de la Generalitat, para respetar la neutralidad obligada ante los comicios.
Joaquim Torra -Quim es cariñoso y yo, cariño, no le tengo ninguno- aludió a la digestión de un plato de judías con butifarra que había comido fue preguntado por su comparecencia ante el juez, dando a entender que la respuesta podría a darla con el esfínter anal, lo que es una terrible falta de respeto al tribunal y, lo que es peor, a los ciudadanos catalanes le hayan votado o no. O sea, el "caca, pis, culo, pilila", pero con despacho y mando en plaza a los casi cincuenta y siete años que cumplirá, ironías de la vida, el próximo día de los inocentes. 
La fase anal de Torra no es más que el paradigma del peligroso infantilismo que parece instalado en el independentismo catalán, un paradigma, si se quiere, hasta "gracioso". Lo que ya no tuvo gracia fue la intervención de Nuria Martín, la representante de Arran, las juventudes de la CUP, la misma, creo recordar, que balbuceó como un niño a la puerta bloqueada de una facultad de la Pompeu Fabra, la negación del derecho a asistir a clase de los alumnos y que ayer, en TV3, tildó casi de egoístas a quienes protestan por barricadas y bloqueos, porque, según ella, son más importante la aspiraciones de libertad de  quienes cortan autopistas y vías de tren o cierran facultades que quienes quieren ir o volver al trabajo, ir al médico, llegar a casa para descansar o asistir a clase.
No conforme con ello esta portavoz de las juventudes del partido más radical del bloque que se ha hecho con el parlamento y el gobierno catalanes, el ariete del independentismo se dedicó a dar y quitar razones y derechos a los demás, porque la razón la tienen ella y los suyos y la razón se impone.
Estalinismo puro y duro, convenientemente mezclado con el infantilismo y la simpleza de quien no se ha plateado jamás que la razón y los derechos son también de los otros, tanto que negó el respeto a los derechos individuales, en el más puro estilo de la Unión Soviética o Corea del Norte, sin que nadie, salvo mi viejo compañero Rodolfo Irago, pusiese la más mínima pega al peligroso discurso de la "jovencita".
Hace tiempo que la causa del independentismo catalán se echó en brazos del activismo y si por algo se caracterizan los activistas es por su falta de reflexión y por su evidente rechazo al diálogo. A veces me pregunto que hubiera sido del "procés" si Artur Mas y los suyos, pillados con las manos en la caja y con un gobierno en quiebra, acuciado por el paro y los recortes, no hubiesen emprendido la huida hacia adelante por la vía del independentismo, qué hubiere pasado si, cuando vieron que los votos de CiU y ERC no bastaban para avanzar por él no hubiesen recurrido al radicalismo de la CUP.
Quizá estaríamos hablando de otra cosa o quizá de esto mismo, pero de otra manera, desde luego sin alusiones a la caca y a los pedos y sin que una joven sin experiencia alguna de casi nada pretenda cagarse de un plumazo décadas de nuestra historia y la del mundo y, de paso, las reglas con las que la convivencia se ha regido hasta ahora. Si esto es lo que nos ofrece el procés, la escatología de Torra y la simpleza, por ser generoso, porque estulticia sería más apropiado, de Nuria Martín, evidentemente el independentismo sigue en la fase anal.

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