Ayer, mientras me desplazaba en taxi por Madrid, escuché por
fin y en la radio, en una emisora que no es la que escucho habitualmente, la
primera propuesta razonable respecto al futuro de Cataluña y España. La hacía
Alfredo Pérez Rubalcaba y, la verdad, me alegra de que el que fuera líder del
PSOE en sus peores momentos hubiese recuperado el músculo y a clarividencia que
siempre le ha tenido. No he vuelto a escuchar esas palabras de Rubalcaba ni las
he visto recogidas en la prensa y no sé si ha sido porque eran exclusiva de
Onda Cero, a mí me sonaron a "canutazo" en los pasillos, o porque su
propuesta es tan sencilla y tan lógica, es tan poco estridente, que no ha
merecido la atención del resto de medios.
Creo recordar que lo que decía Rubalcaba es que los
catalanes quieren ser consultados sobre si quieren marcharse de España o
quedarse en ella, pero que la pregunta no debe ser esa, sino si quieren
marcharse de España o quedarse en una España que atienda sus demandas. Ya digo
que no sé si las palabras son exactas, aunque sí, seguro, ese es el espíritu de
las mismas. Es tan elemental que nadie lo ha planteado así, con tanta claridad
hasta ahora, quizá porque lo han dado por sobreentendido o quizá, entre los
independentistas, porque no les ha interesado que los catalanes manejasen
alternativas que no sean la España madrastra, España a secas como culpable de
todos los males de los catalanes, en su ideario, o la Cataluña utópica, casi
casi de cuento de hadas, en la que los catalanes serán para siempre felices
y comerán perdices.
Lo que sin duda propone Rubalcaba es que, de aquí a que se
haga esa consulta, el gobierno catalán, lo presida Mas o quien sea y el
gobierno que salga de las generales de diciembre negocien las reformas
necesarias para que los catalanes, de una vez, se sientan bien tratados y
queridos por el resto de los españoles y, sobre todo, por su gobierno y, por
qué no decirlo, por la opinión pública y publicada en lo que llaman, u me duele
que así sea, España.
Ese ha sido el gran problema o al menos uno de los mayores
problemas que han conducido a que la distancia innegable que existe entre los
catalanes y el resto de España aumentase. Los medios de comunicación de ámbito
nacional, probablemente después de echar cuentas, decidieron renunciar a atender
a los lectores y espectadores catalanes, acomodando sus informaciones, incluso
las que hacen referencia a Cataluña al paladar, no precisamente exquisito, de
la masa de espectadores que buscan sus anunciantes.
Mientras, sin competencia, dada la renuncia de los medios
nacionales a informar en catalán y desde Cataluña de los asuntos catalanes, los
medios de allá fueron poco a poco radicalizando sus mensajes, cultivando el
victimismo y la diferencia y recogiendo la cosecha de afrentas, como si de
chabacana información deportiva se tratarse, cultivando lo abrupto, derribando
los puentes y renunciando a un entendimiento que antes que necesario debería
ser lógico. A nadie le gusta que, en un estadio, le agiten otras banderas que
no sean de los equipos, a nadie le gusta que le reprochen que hable en su
lengua, como tampoco le gusta que se nieguen atenderle en la suya.
Son cosas que parecen pequeñas, pero que han sido la
argamasa de este muro que parece haberse levantado, no sólo entre los catalanes
y el resto de España, sino entre los catalanes que imaginan el futuro de su
tierra de una y otra forma. Cosas pequeñas que llevan a otras más grandes que
podrían haberse evitado si, cuando se construyó la fracasada "España de
las autonomías" no se hubiese recurrido al "café para todos",
limitándola a las tres o cuatro autonomías históricas, en lugar de afrentar a
los diferentes en lengua o historia al resto.
Ahora, después del severo toque de atención que dieron los
catalanes el domingo, es el momento de ponerse a trabajar y, sobre todo, de
corregir errores pasados, de conceder a los catalanes el Estatuto que de
merecen, que ya aprobaron su parlamento y ellos mismos mediante referéndum y,
más adelante, en la futura consulta, preguntarles si quieren salir de España o
quedarse tal y como desean y merecen.
Rajoy, su partido y sus oscuros intereses nos ha hecho
perder casi una década u no sólo eso. También han conseguido con su zafiedad
que quienes votan opciones independentistas pasen en sus cuatro años de
gobierno de setecientos mil a dos millones.
La propuesta de Rubalcaba, espero que también de su partido y de otros partidos, si tienen dos dedos de frente, es, en mi opinión, la única salida posible. Tal vez así, los catalanes, tambien los que votan a los independentistas, dejen de meter a todos los españoles en ese saco que injustamente llaman, no sin rencor, España
Puedes leer más entradas de "A media
luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
1 comentario:
Un gran artículo !
Saludos
Publicar un comentario