No seré yo quien diga que en eso de las trampas los Rato son
como los Ruiz Mateos, pero siempre, desde los tiempos del dictador Franco, han andado
como los jerezanos, sacando su dinero fuera de España y conocen, como ellos, el
peculiar olor de las prisiones.
Alguien dirá que la detención y encarcelamiento del padre y
el hermano del ex director del FMI en medio de una boda por un asunto
relacionado con la de fuga de capitales fue una arbitrariedad del sátrapa
gallego, pero si hubo tal arbitrariedad, lo fue por enviarles a prisión, cuando
lo habitual era hacer la vista gorda con las "buenas familias", pero
los Rato tuvieron la osadía -ay, ese carácter- de exigir una deuda a la familia
Franco y, claro, eso de llevarse el dinero a Suiza a través de la filial en
Ginebra del banco familiar Siero no pudo ser perdonado.
Cuando hace unos meses Rato fue detenido en una perfecta
coreografía organizada por quien fue su estrecho colaborador, Cristóbal Montoro,
parecía que nada podía ir peor. De hecho, cuando las aguas se calmaron, el
ministro del Interior, en un alarde de imprudencia, le recibió
sorprendentemente en su despacho del Ministerio y tuvo que dar explicaciones
por ello. Dijo Fernández Díaz que Rato estaba preocupado por su seguridad
y la de sus allegados, amenazados e insultados, especialmente en las redes,
algo común en quienes alcanzan, para bien o para mal, una cierta
notoriedad.
Así que, con esas explicaciones, el crédito del ministro que
mintió durante días sobre la muerte de quince inmigrantes ahogados bajo
las pelotas de goma de la Guardia Civil en las playas de Ceuta, no es que
creciera tras decirlo. Todo el mundo pensó inmediatamente en que Rato había
acudido al despacho del ministro, bien para recabar información sobre las
investigaciones en torno a su persona o bien, según los más maliciosos, para
advertirle de lo que sabe y podría contar de sus "viejos amigos".
Ayer nos despertamos con el contenido de la declaración ante
el juez del presunto testaferro de Rato en el feo asunto del cobro de dos
millones en comisiones a agencias de publicidad que contrataban con la ya
"tocada" Bankia, omisiones que, por lo dicho por el testaferro encarcelado
podría haber recibido Rato en pagos de 40.000 euros por asesorías verbales, de
las que no existe ningún rastro documental.
Pues bien, cuando hoy esperaba que me despertasen con la extravagante
propuesta de la CUP para dar sin dar a Mas la presidencia de la Generalitat
envuelta en la torna de dos o tres presidentes más que no dejas en tan mal
lugar a la candidatura radical que tendría que desdecirse abriendo paso a Mas
en solitario, cuando esperaba que me representasen otra nueva escena de este
sainete, me sorprenden con otra información, la de que la secretaria de Rato
"de toda la vida" y otro de sus testaferros están detenidos desde
hace dos días. Y no sólo eso, porque también nos hemos enterado de que el mismo
Rodrigo Rato estuvo declarando ayer, durante cuatro horas, ante la Guardia
Civil.
Mal asunto para Rato y para los mentores del que ha
sido el bluf más bluf de la política española. Mal asunto para el partido
que aún antes de ayer hablaba de él como el "ministro milagro",
cuando en realidad, lo estamos viendo, no fue más que el artífice de las
burbujas, inmobiliaria y bancaria, que nos han traído hasta donde
estamos, Y, por si fuera poco, nos enteramos de que abusaba de su rango,
obteniendo créditos blandos, con la sola garantía de su nombre, para inyectar
mil millones de pesetas en las decrépitas empresas familiares o que Francisco
González, hoy en el BBVA, colocado por el propio Rato al frente de Argentaria
condonó una deuda del de trescientos doce mil euros ex ministro. Mal asunto
para quien insiste en presentarse al frente del PP a las elecciones que ayer,
por sorpresa y en un plató de televisión "convocó" para el 20 de
diciembre. Mal asunto porque, cuando llego a la Moncloa, hizo suya la política
de Rato y porque todos y cada uno de los malos paso dados por este truhan en la
esfera pública han contado hasta hace bien poco, con su bendición.
Otra vez Rato ha vuelto a las primeras, no para todos los
medios, que alguno está tan remolón en este asunto como lo estuvo en el de las
preferentes, y no va a parar, porque lo que pueda ocurrir en las próximas horas
traerá mucha cola y mucha zozobra al que fue su partido y que puede verse
envuelto por el desastre Rato en plena campaña electoral, quizá la última desde
el Gobierno.
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1 comentario:
Es la historia interminable....
Saludos
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