Yo pensaba que, desde que el dictador Franco murió ensartado
de vías y catéteres en una panta cerrada sólo para él del madrileño hospital de
la Paz, lo del culto a la personalidad era una cosa del pasado o de Corea del
Norte, pero parece que estaba equivocado. La prueba de mi error no hay
que buscarla muy lejos. A algunos les bastaría con buscar en la mochila de sus
hijos en sexto de Primaria el libro de Sociales y, si tienen la desgracia de
que sea el de McMillan y Edelvives, basta con abrirlo por las páginas en las
que se les debería explicar la realidad pasada y actual de la Comunidad de
Madrid y España, para comprobar que ese culto a la personalidad, tan propio de
dictaduras y de dictadores tarados, también y todavía se da en la Comunidad de
Madrid.
Parece como si los responsables del texto quisieran sembrar
en los niños madrileños ese populismo rancio tan arraigado entre una gran parte
de los madrileños, incapaces de ver que algunos, mientras les llenan de piropos
y les alertan sobre la maldad de los otros,, les meten la mano en la
cartera tal y como hacían con los "paletos" los reyes de la
"estampita" y el "tocomocho" en los alrededores de Atocha,
cuando a la estación, en vez del AVE, llegaban los trenes de los alrededores,
cargados con la gente del campo.
Que se enseñe a los niños madrileños y que se les obligue a
estudiar que Esperanza Aguirre suena a sarcasmo. Sobre todo porque en el
entorno de la condesa deslenguada ha florecido la corrupción como en ningún
otro lugar de España, es la gran benefactora de la comunidad, que se resuma en
una cifra de colegios y hospitales construidos, sin explicar cómo ni con qué
resultado, y porque no sé con qué rigor se les cuenta que ostenta el récord de
votos en su acceso al Senado, algo que habría que contratar, porque, que yo
sepa, ese honor lo ostentó durante mucho tiempo el senador catalán Josep Benet,
que en 1977 barrió en Barcelona cuando se presentó con la Entessa, y que,
además y de eso no puede presumir la tosca Aguirre, obtuvo el Premio de las
Letras Catalanas.
No me explico algo tan burdo en un texto que, se supone,
debe o al menos debería, pasar el filtro de las autoridades académicas,
consejería de Educación de la Comunidad de Madrid incluida, aunque quizá el
hecho de que la consejera fuera Lucía Figar y que su marido, Carlos Aragonés,
exjefe de gabinete de Aznar, fuese consejero clandestino de la opusiana
editorial Edelvives, ayudarían a explicarlo.
En fin que da asco comprobar que los reyes del liberalismo
se las apañan siempre para poner una vela a dios y otra al diablo, porque ponen
sus garras en lo público, mientras que su estómago privado se alimenta de lo
que rapiña a picotazos. Da asco comprobar como los grandes beneficiados por
doña Esperanza se encargan, ya en diferido, de cantar las grandezas de su
protectora.
También se pide a los alumnos que ordenen cronológicamente una lista de ministros de Educación de los que, misteriosamente, han desaparecido los socialistas, incluido Ángel Gabilondo, el último antes del inefable Wert, como queriéndolo borrar de su memoria, Y por si fuera poco, en este libro Guinness de las
Ciencias Sociales no sólo no se respeta la verdad inmediata, sino que se trata
de responsabilizar a la legítima República Española de una guerra, la guerra
civil, que fue consecuencia del golpe de estado más largo y sangriento de
nuestra Historia.
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1 comentario:
Alucinante !
Saludos
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