Qué poco me gustan los silencios de Podemos, tanto o
más que los excesos de Monedero en torno a la feroz y torpe dictadura de Maduro
en Venezuela. Sé de sobra que Maduro fue elegido en las urnas, aunque lo fue
con el recuerdo aún fresco de su mentor Hugo Chávez y el remanente de una
riqueza, la del monocultivo del petróleo, que, tras la bonanza de los tiempos
de escasez y precios altos del crudo, en el comienzo del fin de los tiempos de
vacas gordas que hoy se desliza peligrosamente hacia los de las vacas flacas y,
con ella,, al declive y el desencanto de aquel sueño bolivariano que, con su
enorme carisma, ese que a él le falta, levantó Hugo Chaves.
No me gusta que Juan Carlos Monedero, fundador e ideólogo
que fue de Podemos, se haya atrevido a comparar en su blog al, vergonzosamente
detenido y, ahora, no menos vergonzosamente condenado a catorce años de prisión,
alcalde opositor de Caracas Leopoldo López con el terrorismo y la Kale Borroka.
No sé por qué lo ha hecho, si por maldad o por desconocimiento, pero, en
cualquier caso, se equivoca gravemente.
Tampoco me imagino qué vía propone Monedero para acabar
con una situación injusta como la que vive, querámoslo o no, el pueblo
venezolano. No sé si sería prudente recordarle que, si no él, sus compañeros de
Podemos estuvieron frente a Génova 13 reclamando la verdad del 11-M o que
también acamparon en la Puerta del Sol o que participaron en las marchas que
pretendían rodear el Congreso. La diferencia es que en Madrid no hubo
pistoleros del régimen como en Caracas.
Creo que Monedero haría muy bien en callarse o, al menos, en
pensar dos veces lo que ha escrito en su blog, antes de publicar. Creo que,
como a esos borrachines a los que mantienen son las apreturas las que les
mantienen en pie en medio del baile, a algunos dirigentes de Podemos les ha
mantenido en pie la crítica feroz de los medios, la presión continua sobre sus
dirigentes, que, como los borrachines, que pierden el equilibrio en cuanto
salen del baile, fuera de esa presión tropiezan una y otra vez en sus propias
contradicciones.
Me duele que sea así, porque la gente que les vota, yo
mismo, y ha creído en ellos no se merece que les hagan perder la fe de esa
manera, No es tolerable que quienes se dicen defensores de la justicia social y
la libertad hablen o escriban contra ella, porque la libertad y la justicia
sólo lo son si lo son para todos y, digan lo que digan Monedero y sus
compañeros, sean cuales sean sus experiencias, está claro que lo de Leopoldo
López es una arbitrariedad, como lo fue en su día la cárcel para Marcelino
Camacho o para tantos y tantos antifranquistas.
Haría muy bien Monedero en cuidar lo que dice tanto como
cuida su imagen y su puesta en escena. La lucha por la libertad no es sólo
teoría, no son sólo canciones e himnos, ni gestos. No está sólo en las
asambleas o en las páginas y los blogs. Es una cuestión del día a día. Hay que
pelear por la de uno y por la de todos y nunca hay que justificar las
arbitrariedades, vengan de donde vengan. El sueño bolivariano de Chávez quizá
tuvo y tenga sentido en algún tiempo o en algún sitio, pero no, desde luego, en
la Venezuela de hoy.
Y, si malos son los exabruptos de Monedero, más lo son los
largos silencios de sus compañeros que tardan en condenar, si los condenan, los
abusos de un patán con tanto poder como peligro, cuyo mayor mérito ha sido
haber estado siempre a la sombra de Chávez, del que, ahora, no es sino una mala
caricatura.
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