Yo, como Fernando Trueba, no creo en los dioses ni en las patrias.
Quizá en Billy Wilder, que tan bien supo reírse de sus "compatriotas"
alemanes y estadounidenses o en Albert Camus que siempre antepuso al hombre y
sus valores a cualquier ente abstracto que alguien siempre tratará de poner por
encima.
Desde que, el sábado, Fernando Trueba se atrevió a decir, en
su discurso de aceptación del Premio Nacional de Cinematografía que "nunca
en su vida" no se había sentido español, "ni cinco minutos",
todas las fieras que habitan en los valles y montañas de las patrias, que son
muchas, se lanzaron sobre él para devorarle. Probablemente, porque no tienen la
lucidez ni, sobre todo, el sentido del humor del director sobre todo por la
cita a Rafael Azcona, para quien los premios deberían ser secretos y con
dotación económica.
No se plantean quienes le critican por aceptar los treinta
mil euros del premio que Trueba, con sus películas, ha ingresado mucho más que
esos miles de euros en las arcas del Estado y que, con su cine, ha dado trabajo
a muchos españoles, así como prestigio al cine de este país. Toda una paradoja,
ya que más de uno de entre los que hoy le comerían las entrañas sintió como un
poco suyo el óscar a su "Belle Époque", aquel canto a la libertad que
contaba entre sus protagonistas con ese otro gran descreído que fue Fernando
Fernán Gómez.
Y precisamente el sábado, probablemente a la misma hora en
que Trueba desataba los infiernos, veía una vez más "La silla de
Fernando" esa larga entrevista en la que Fernán Gómez conversa con David,
Trueba y Luis Alegre, a unos meses de su muerte, mucho sobre lo humano y apenas
sobre lo divino y nunca para bien.
Recuerdo ahora que, en un momento de esta pausada y sincera
conversación, hablando de patriotismo cita a Miguel Gila de quien recuerda que
le dijo un día que "el patriotismo es una cosa que se han inventado
los poderosos para mantener su riqueza y, al mismo tiempo, convencer a los
pobres para que defiendan los privilegios de los poderosos". Y yo, como
Fernando, no puedo estar más de acuerdo con Gila
U es que el patriotismo es la añagaza con que quienes
quieren ser más ricos o más poderosos, quienes quieren sumar territorios o
usurpar riquezas engatusan a quienes
tienen por debajo para llevarlos a las trincheras o a cualquier otra forma de
matadero moderno. Por patriotismo quedaron enterrados en el barro de
Bélgica y Francia millones de jóvenes europeos y por patriotismo
treinta años después fueron asesinados otros tantos millones de europeos.
Yo, como José Emilio Pacheco y siempre lo digo, no
creo en las patrias ni me dejo conmover por ellas, aunque daría la vida por
alguna gente o algún paisaje. Yo, como Fernando Trueba, no recuerdo haberme
sentido español ni cinco minutos. No me sentí español cuando en Araca, junto a
Vitoria, esa fría mañana del 20 de noviembre de 1985 tuve que hincar la rodilla
ante los símbolos religiosos o inclinar la cabeza y besar la bandera, después
de una arenga no demasiado tranquilizadora, a diez años de la muerte de un
dictador que fue recordado y a poco más de cuatro de un intento de golpe de
España.
Yo, como creo que Fernando, prefiero sentirme vecino de mis
vecinos, amigo de mis amigos o hermano de mis hermanos y enorgullecerme de la
gente sencilla que, a mi lado, lucha día a día por llegar a fin de mes y, pese
a eso, es capaz de ayudar a quien tiene cerca y lo necesita. Yo, como creo que
Fernando, creo en el Estado, un estado que los ciudadanos podemos llegar a
conformar. Yo, como creo que Fernando, no creo en las patrias, porque las
patrias, o quienes hablan en su nombre, han hecho ya demasiado daño.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
1 comentario:
Excelente artículo...
Saludos
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