A la afirmación que da título a esta entrada le sigue en
"La banda borracha", la canción de Mike Laure que Luis Aguilé popularizo
en Espala, ese pegadizo y obsesivo "lo que pasa es que la banda está
borracha”, uno de los estribillos más repetidos que recuerdo. Y algo de
eso debe haber en la política española, porque, la verdad, es que unos y otros,
todos, hace tiempo que están desafinando.
Lo ocurrido ayer con el magistrado del Constitucional
Enrique López, metido a martillazos por el PP en el tribunal, después de haber
sido vetado por toda la oposición tiene. a la vez, un cierto aroma de justicia
poética y una nada despreciable moraleja, muy apropiada, precisamente en estos
días en que la DGT ha puesto en marcha una campaña contra el consumo de drogas,
el alcohol es una de las más habituales, entre los conductores, porque el señor
López, que, supongo que consciente, pese a su estado, de la que se le venía
encima, hizo lo imposible para trampear la prueba de alcoholemia, obligando a
los agentes a repetirla hasta siete veces, dio finalmente una cifra cuatro
veces y media superior a la autorizada que judicialmente se trata como delito,
deja antecedentes y, por tanto, conlleva la suspensión de su carrera como juez.
El PP se había empelado en colocarlo en el Constitucional en
un momento clave, dadas las deliberaciones que siempre, pero especialmente
ahora, debe tomar tan alto tribunal. Se empleó a fondo hasta el punto de
cometer la irregularidad de nombrarle pese a no haber completado los años de
carrera que requería el cargo, después de haber ejercido como portavoz muy al
gusto del PP en el Consejo General del Poder Judicial y ahora, después de tanto
esfuerzo en colocar a su peón en el pleno, el Gobierno se ha visto obligado a
recomendarle la renuncia, que yo ayer elogié y que, sin embargo, habría sido
irremediable en cuanto se pusiese en marcha, qué ironía, la maquinaria
judicial.
Estas cosas pasan porque, en este y otros nombramientos,
este y otros gobiernos suelen fijarse más en la lealtad o el clientelismo que
en la idoneidad para los cargos. Bien es verdad que, al menos en el TC, el PP
tiene ya un historial cuando menos pintoresco, con magistrados como el
dimisionario López o como el ya desaparecido García Calvo, que fue denunciado
por un ciudadano por amenazarle con una pistola en medio de una discusión de
Tráfico.
Qué mal se les da, por cierto, eso del tráfico al partido
del gobierno y sus amigos, porque, sin prueba de alcoholemia de por medio, el
desplante de la presidenta del partido en Madrid, Esperanza Aguirre, a unos agentes
de movilidad puso en entredicho hace semanas el escaso respeto que esta señora
siente por la autoridad que no controla. No sé si por soberbia o por imprudencia,
estos señores hacen muy poco por mejorar el respeto que la ciudadanía debe
tener a sus autoridades.
No sé si Enrique López, todo un magistrado del tribunal que
supone la última barrera dentro de España en la defensa de los ciudadanos, dijo
a los policías que le detuvieron aquello de "no saben ustedes con quién
están hablando", ni siquiera sé si se tenía de pie y hablaba con soltura.
Lo que sí está claro que esos 1,12 miligramos de alcohol en sangre le nublaron
la conciencia tanto como para jugarse la carrera, pero, fundamentalmente, la
vida propia y quizá otras ajenas al saltarse un semáforo en rojo mientras conducía
su motocicleta ebrio y sin casco. Lo que sí sé es que tengo derecho a dudar del
criterio de este magistrado que, sin duda, tantas decisiones que afectan a
tantos habrá tomado.
Por más que se empeñen en las palabras grandilocuentes, los
trajes oscuros y la pompa, estos señores que nos gobiernan y nos juzgan “hace
rato que están desafinando”.
Puedes leer más entradas de "A media
luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario