Hello Yago Mateu
¿Quién dijo que el de hoy no iba a ser un día especial?
Ya lo creo que lo está siendo. Anoche me acosté con el
moscardoneo de los helicópteros de la Policía de fondo, los mismos que me han
despertado a eso de las siete de la mañana. Además ¡oh, sorpresa! una avería en
la calle me ha dejado sin agua no sé por cuánto tiempo. De modo que, para mí,
no comienza muy bien el primer día de reinado de Felipe VI y, por si fuera
poco, mis orejas se han visto atrapadas en el uno de esos bucles en que entran
las radios cuando se producen esos que llaman "acontecimientos históricos".
Frente a mi catástrofe personal, los hay que han tenido
suerte, porque los artífices de la debacle futbolística que culminó ayer
con la derrota de la que, desde hoy y para siempre, debe volver a ser "la
roja" se van a ver liberados por unas horas del bombardeo a que, sin duda,
se verán sometidos en cuanto se amortigüen los ecos de las bandas militares,
las ovaciones y el revoloteo de las banderitas gentilmente repartidas entre los
curiosos que siempre los hay, que esperan, algunos desde hace horas, apostados
en las calles del primer recorrido los nuevos reyes por las calles de Madrid.
Por si fuera poca mi desgracia, mientras esto escribo se ha
incrementado el número de mis desgracias, ya que hace ya rayo he encontrado un
"sorry" en la página de Facebook, que, afortunadamente, lo acabo de
comprobar ya se ha solucionado, mucho antes que la rotura en las cañerías de mi
calle. Pero, de todas, la mayor de mis desgracias es la de tener que verme
obligado a escribir de un solo asunto y, especialmente, de un asunto tan manido
como el de la proclamación del rey, de la que se me dan, se nos dan, los más
nimios detalles, sin entrar en la verdadera significación que tiene el
acontecimiento.
No hay otra cosa. Y no creo que haya sido casualidad el que
se haya elegido esta fecha, festivo en Madrid, para este acto, porque, de esa
manera se aseguran la figuración, a veces la clac, necesarias para dar brillo
al primer día de Felipe VI como jefe del Estado.
De todo lo escuchado, me quedo sin embargo con dos detalles
y no pequeños. Por un lado la ignorancia de quienes han identificado el
uniforme de capitán general del rey como de la Armada, cuando realmente se
trataba del de gran solemnidad, cuál mayor que la de ser proclamado rey, del
Ejército de Tierra. El otro gran detalle, que dice mucho del concepto que el PP
tiene de la democracia y la separación de poderes, es el de la presencia de
Mariano Rajoy, en realidad un diputado más en el Congreso, sentado en la
tribuna de honor, junto a los reyes, presentes y actuales, y a la mesa del Congreso.
En fin, un día especial, más por las molestias y el
aburrimiento. No hay nada peor que verse obligado a seguir un único
acontecimiento, que por mi interés por lo que se ha convertido en lo único que
acontece en Madrid. Sólo espero que el patrono de los poceros y fontaneros
inspire a los operarios que trabajan en mi calle para que, lo antes posible,
vuelva a fluir por mis grifos ese bien tan caro y tan poco apreciado hasta que
falta. También que dejen de revolotear
los ruidosos pajarracos policiales y que , de una vez, terminen las ceremonias
para que se vuelvan a abrir las calles de mi Madrid y todos estos
figurantes, convencidos o inducidos, vuelvan a sus casas orgullosos de poder
contar que un día presenciaron un acontecimiento histórico un día
"especial" del Corpus. Yo, ahora mismo, se lo cambiaría por una ducha.
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