Nadie hubiera dicho hace ya treinta y tres años que aquella
constitución que los españoles se dieron con tanta ilusión después de celebrar
sus primeras elecciones libres, después de cuarenta años de un horror tras
otro, iba a ser hoy papel mojado.
El país en que hoy vivimos acaba de hundir en las urnas al
partido de quien cumplió una tras otra las directrices marcadas desde Berlín y
Bruselas para darle la mayoría absoluta a otro partido que no va poder hacer
más que otro tanto: obedecer órdenes impartida desde fuera y al margen de los
intereses de los ciudadanos.
Creímos que nos dábamos libertad y ya no la tenemos.
Consagramos la igualdad y la falla que está resquebrajando la cohesión social
es cada vez mayor. Proclamamos el derecho a un trabajo y una vivienda digna y
el Estado que debería regirse por esta ley de leyes no es capaz de garantizarlos.
Proclamamos el derecho a la salud y la educación y cada vez está más cerca en
que sólo van a poder disfrutarlas quienes más tienen.
No sé qué nos ha pasado a los españoles en estos treinta y
tres años. Lo que sí sé es que, cuanto más lejos vayamos en la paradoja, más
difícil va a ser alcanzar una solución sin sobresaltos. Y las que sobresaltan,
al final, no son soluciones.
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1 comentario:
Y lo que es peor, no se podía abrir el melón, no lo abrieron lo reventaron, mancillaron la constitución para pagar primero a los acreedores.Hoy es un día de luto.
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