Quienes me conocen saben de sobra que nunca he sido
beligerante con la monarquía española. No sé si por sentido práctico de la vida
o porque tengo la convicción de que el rey o quienes le asesoraron durante el
tránsito a la democracia tuvieron el tacto y la prudencia suficientes para que,
por primera vez en siglos, viviese en paz un cambio de régimen.
Por eso estoy indignado ahora. Porque quienes, como yo,
hemos dado a la institución monárquica la confianza que parecía haberse
merecido a lo largo de esos años no podemos soportar como si tal cosa lo que
estamos conociendo de las nada claras y "poco ejemplares" actividades
del duque de Palma. Pues bien, esa indignación ha crecido en las últimas horas
al saber que el yerno de los reyes se siente un poco indignado por el hecho de
que el jefe de la casa real haya considerado su conducta poco ejemplar.
Señor duque ¿le cuentan a usted que en ese país de cuyos
presupuestos viven usted, su esposa y sus hijos -más que bien, por cierto-,
España, hay más de cuatro millones y medio de parados que pueden ser más? ¿Le
cuentan que muchos ciudadanos están viendo recortada su atención sanitaria y la
calidad de su educación? ¿Le cuentan que todos los funcionarios han visto
reducido su salario? ¿Le cuentan que a los pensionistas, pese al incremento de la
inflación, les han congelado la mensualidad y llevan ya demasiados meses
perdiendo poder adquisitivo? ¿Le cuentan qué la mitad de los jóvenes españoles, muchos de ellos tan guapos y tan preparadsos como usted, no tienen trabajo ni perspectivas de tenerlo en los próximos años?¿Le cuentan que se han paralizado obras públicas
necesarias? ¿Le cuentan que se han reducido drásticamente los presupuestos
destinados a la cultura? Supongo que no y que ni falta que le hace, pensará.
Un poco indignado... Imagínese usted cómo estarán todos esos
colectivos que he citado, y no dude que hay muchos más. Indignados y
deprimidos, porque nadie parece acordarse de ellos cuando le ponen delante un
negocio o una comisión.
La verdad, señor duque, es que s una lástima que la ambición
y falta de escrúpulos de un apuesto niño pijo de Vitoria está acabando con la
imagen que hasta ahora tenía la corona, una imagen que, lo queramos o no, ha
sido, a lo largo todos estos años, un elemento de integración de los españoles
más allá de las ideología, perfectamente rentable y amortizado, por cierto.
Señor duque, si está usted indignado, párese un momento y
piense como estamos todos. Seguro que, si lo hace y si merece el respeto que
hasta ahora hemos estado obligados a tenerle, pedirá perdón y, tras saldar sus
cuentas con la Justicia, se esfumará.
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1 comentario:
La tan "respetada monarquía" lo menos que ha echo es como ahora robar dinero,en el pasado robaron vidas de hermosos guerreros, mujeres y niños de toda América,tierras, elementos ceremoniales porque estaban fabricados con metales valiosos, generaciones enteras esclavizadas.Yo me pregunto ¿quién aparte de un grupo de españoles que todavía creen en cuentos de hadas les "respetan"?
Y de "apuesto" nada, el ladrón tiene cara de mujer.
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