jueves, 27 de febrero de 2020

PIANO, PIANO...


Dicen, aunque no hace falta decirlo, que, para caminar. hay que comenzar por poner un pie delante, luego, claro, hay que poner el otro, pero lo fundamental es primer ese primer pie, dar ese primer paso al que luego seguirán otros. Casi siempre es difícil ar ese primer paso, porque lo fácil, lo cómodo es no moverse, quedarse quieto rumiando las propias convicciones, ciego y sordo a cualquier cosa, a cualquier idea, a cualquier diálogo que lleve a la duda.
Ese quedarse quieto lleva el premio del beneplácito de quienes están bien como están y prefieran que nada cambie, los que creen que lo suyo no va a acabar nuca y olvidan que dura siempre es el tiempo. Por eso hay que moverse, conocer otros puntos de vista y, sobre todo, escuchar, escuchar al otro y hacerlo cara a cara, sin cámaras ni micrófonos, decirse las cosas a la cara, sin intermediarios que, siempre, con el más mínimo matiz, con el énfasis con que se traslada el mensaje, ya lo están tergiversando.
Hacía falta que "los de Madrid" se viesen con quienes se dicen "los catalanes"., hacía falta que se escuchasen, que se dijesen las cosas, así como lo han hecho, entre cuatro paredes, sin tergiversación posible, para que España y Cataluña, si es que son cosa distinta, sientan que existe un futuro, un futuro posible, que habrá que escribir a cuatro manos, porque lo evidente es que desde la ira, desde el enfrentamiento, es y será imposible construir nada.
No sé si lo de ayer ha sido un punto de inflexión. Lo cierto es que de la reunión apenas salió otra cosa que el compromiso de mantener encuentros cada mes, al margen de las elecciones y los presupuestos de aquí y allá, nada más y nada menos. Para mí, suficiente, porque el hecho de que la reunión no acabase abruptamente me bastó, más si, como digo, se anunció que habría continuidad y, ya se sabe, el roce hace el cariño.
La "desleal" oposición, incapaz, después de más de dos años, de admitir que los españoles ya no les quieren tanto como alguna vez, para nuestra desgracia, les quisieron, afila sus colmillos como un perro loco en dos únicos troncos: Venezuela y Cataluña, y lo hace hasta el aburrimiento, sin darse cuenta de que aquello que puso en marcha el PP de Aznar, la judicialización de la política, que no es otra cosa que el recurso al pataleo de quien tiene poco que ofrecer, porque el pasado le persigue.
Para mitigar el enconamiento a que han llevado las malas decisiones del PP, en el gobierno y en la oposición, van a pasarle factura una y otra vez y sólo cambiando de actitud, uniéndose a quienes buscan una salida a un problema grave que lo puede ser más, podrá crecer en Cataluña y pasar a ser parte de la solución, una solución en la que también el PP es necesario, pero, para que eso sea posible hay que dar un paso, el primero, en la dirección adecuada.
Un pie primero y, detrás el alto, despacio, sin pausas, porque "piano piano, si va lontano" y, ahora, la distancia es ya mucha. 
Debo añadir que, mientras esto escribo, escucho a Felipe González y José María Aznar echándose flores entre ellos, quién lo diría, y dando arcadas por la reunión de ayer, que consideran poco menos que apocalíptica. Y, ante eso, sólo puedo decir lo que otras veces ya he dicho "teme a los viejos, porque no tienen futuro".


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