Si algo me fascina de los "chicos" del Partido
Popular es la facilidad que tienen para trufar su endeble discurso de alusiones
a momentos solemnemente trágicos de la Historia, con toda la frivolidad de que
son capaces y sin el menor respeto por la verdad y el sufrimiento de las
víctimas, propias y ajenas. Ayer lo demostró José Ignacio Echániz, viceportavoz
del PP en el Congreso, que se permitió decir, en los pasillos y desde la
tribuna, sin despeinarse que la ley de eutanasia que acaba de llegar a la
cámara es la herramienta del PSOE para recortar gastos en Sanidad, diciendo a
las claras y una vez más sin despeinarse que lo que pretenden los socialistas y
sus socios es recortar gastos eliminando a ancianos y enfermos, la
"solución final", como llamaron los jerarcas nazis al holocausto
judío, de la izquierda.
Lo dice, qué ironía, un médico que siempre ha ocupado cargos,
en Madrid o en Castilla-La Mancha, desde los que ha recortado el estado de
bienestar, como quedó claro con su paso por el gobierno de Cospedal en
Castilla la Mancha, donde ocupó la Consejería de Sanidad desde la que cerró
camas y desmanteló servicios en los hospitales a su a su cargo.
No es de extrañar, porque Echániz, otro "cachorro"
de Aguirre ha sido siempre fiel seguidor de las teorías neo tatcherianas de
Esperanza Aguirre, siempre dispuesta a trocear lo que es de todos para dárselo
a precio de saldo a los amiguetes de su partido, un personaje de la estirpe que
tanto gusta en la calle Génova, capaces de cerrar sin pestañear un paritorio en
Lugo, citar a pacientes oncológicos en horas nocturnas o acabar con algún que
otro servicio de oncología infantil.
Son esos personajes los que se les llena la boca
defendiendo la libertad individual de los ciudadanos, la presunta libertad para
elegir médico o escuela, siempre que, claro está, el elegido sea el médico de
un hospital privado o el colegio pertenezca a una empresa religiosa o laica de
ideología dudosamente democrática y se sostenga en parte con fondos públicos,
aunque discrimine u segregue a sus alumnos.
Cuando ayer escuché a Echámiz, esperaba una rectificación de
lo que creí un calentón o, al menos, un tirón de orejas de la dirección de su
partido por haber ofendido a tantos y tantos ciudadanos, muchos de ellos
votantes del PP, que sufren la inexistencia de una ley tan necesaria que les
ayude, a ellos o a sus seres queridos, a dejar este mundo que se les ha hecho
insoportable, eso que la iglesia califica de "valle de lágrimas".
Esperaba una rectificación o un tirón de orejas y sólo hubo, en el mejor de los
casos, silencio, el más cínico de los silencios.
La verdad es que no cabía esperar otra cosa, porque los
portavoces del PP, Cayetana Álvarez de Toledo y José Ignacio Echámiz, los elige
la dirección del partido, con Pablo Casado a la cabeza y no hacen otra cosa que
reflejar el pensamiento del "segundón sobrepasado", al que basta con
rascar sólo un poco para encontrar, por más barba y jovialidad con que trate de disfrazarse,
un integrista católico que no a todos sus votantes satisface. Creo que,
eligiendo a Casado por no elegir a Soraya Sáenz de Santamaría, el PP se colocó
un grano en el culo, un grano que hasta que no se lo sajen o le reviente, no le
va a dar más que problemas.
En cuanto a Echániz, si yo fuese como él, le desearía que se
viese como tantos enfermos y familiares de enfermos condenados a sufrir o ver
sufrir sin remedio y sin una ley que permitiera a quienes lo deseen y lo
necesiten, con todo el respeto y las garantías que merece, les permita poner
fin a todo ese sufrimiento. Pero no, yo no soy como él, no deseo que se vea en
esas sin la ley que ahora se niega a aprobar, tampoco me atrevería a compararla
con lo que quienes ayudaron a Franco a ganar la guerra que acabó con la II República.
exterminando a millones de hombres mujeres o niños, por el hecho de ser de una
raza no aria, pensar de manera distinta a Hitler y su Reich, no ser
perfectos o entender el amor de otra manera.
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