martes, 25 de febrero de 2020

LOS AMIGOS DE PLÁCIDO


Casi por sorpresa, como supimos de las acusaciones que unas cuantas compañeras hicieron contra él, Plácido Domingo acaba de admitir en un comunicado toda su responsabilidad sobre los hechos, acoso sexual desde su posición a esas mujeres que sólo años después fueron capaces de hacer públicas esas encerronas y esos tocamientos en los camerinos, esos encuentros "que no podían rechazar" de quien podía ser un magnífico padrino para sus carreras.
En la nota del que fuera director de las óperas de Washington y Los Ángeles admite su responsabilidad en el dolor causado a esas mujeres y enriende ahora el miedo de todas esas mujeres a denunciar ese acoso del que fueron víctimas.  Este cambio de acritud de Domingo que, cuando Associated Press dio a conocer los hechos en un reportaje con sus víctimas bajo un lógico anonimato, se permitió decir que se habían malinterpretadas sus galanterías y sus atenciones, está sin duda relacionado con el final de la investigación llevada a cabo por el sindicato de la ópera norteamericana, que ha comprobado el acoso en al menos o e comportamiento inapropiado con al menos 27 mujeres.
Curiosamente, la asunción de responsabilidad de Domingo se hace pública un día después de la condena al productor Harvey Weinstein en el caso que dio origen a aquel "me too", de que no cabe duda que el "caso Domingo" es heredero, no porque, como han llegado a decir y a escribir algunos, las víctimas viesen la oportunidad de "sacar tajada" sino porque, en aquellas actrices que acusaron al productor y en la cadena de velos y tabúes que fueron cayendo a propósito de algo que se consideraba en cierto modo "normal", encontraron la fuerza para denunciar sus casos.
Plácido Domingo ha visto las orejas al lobo y ya no vale eso de que fue malinterpretado o lo de que han cambiado las costumbres y lo que eran galanterías entonces sea ahora acoso, un asunto en el que su prestigio y su carrera ya se han visto perjudicados y que muy probablemente acabará afectando a su patrimonio, por lo que, probablemente la asunción de la culpa y la petición de perdón sean una nueva estrategia para mitigar el hipotético castigo que sobre él pudiera recaer.
Hasta aquí, de momento, lo que afecta a Domingo. Hablemos ahora de "sus amigos" todos aquellos y aquellas que, sin atender a las denunciantes, cerraron filas para defender su honorabilidad, tratando de hacernos creer que todo era una campaña movida por la envidia y la codicia llevada adelante por unas cuantas fracasadas que tomaban venganza en el tenor por su falta de éxito. 
He leído y escuchado demasiadas gilipolleces al respecto, he tenido que sufrir no sin sonrojo como algunas cantantes descalificaban a las denunciantes basándose en su experiencia con el acusado, he tenido que soportar estupideces como a de que teníamos que defenderle porque Domingo es español como nosotros, he entendido en alguna de estas declaraciones que, con otras palabras, se llamaba "lagartas" a las denunciantes.
Sin embargo, lo peor, lo que más me ofendió, fue leer verdaderas regañinas a Domingo por haber admitido los hechos, aunque reinterpretándolos, a su favor, regañinas que en algún caso se permitían recomendarle que cambiase de abogados, gente, unos y otros, a los que sólo les faltó convocar una manifestación de afirmación patriótica. Qué dirán ahora, se habrán puesto colorados, asumirán su parte de culpa por entender y defender a un acosador sistemático como Domingo. Me temo que no, me temo que en el mejor de los casos guardarán silencio.
Me temo también que ellos y ellas, cuando defendían al tenor español, no defendían al compatriota o al artista, defendían su propio machismo, su concepción machista y jerárquica del mundo, porque para ser machista y para entender a los machistas y a los autoritarios no hace falta ser hombre o tener poder. Me temo, además, que, quizá con menos orgullo, aunque "hay gente pa' to", los amigos de Plácido seguirán con su machismo y dejándose querer por quienes dependen de sus decisiones, simplemente porque ellos lo valen.

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