jueves, 8 de octubre de 2015

NO TODO ESTÁ PERDIDO


Acabo de escuchar el análisis que Pablo Simón, de Politikon, hace de las ventajas e inconvenientes que tendría en el complejo sistema electoral español la presentación de candidaturas independientes o una candidatura conjunta de Podemos e Izquierda Unida, una análisis en el que parece dar la razón a Pablo Iglesias, porque dado el número de escaños asignados a cada circunscripción, tal alianza no supondría tal ventaja. Y yo, que acepto ese cálculo, creo que no tiene en cuenta  un factor  importante y ese factor es el de la movilización del voto que conllevaría la lista conjunta o, por el contrario, la desmovilización en beneficio de la abstención a que conduciría el empeño en presentar una izquierda dividida.
Creo que los líderes de Podemos, especialmente Pablo Iglesias, piensan más en los acuerdos del día después de la votación y en la libertad que le daría, para  dar su apoyo o no a los socialistas de Pedro Sánchez, no tener que compartir el control que ahora tiene sobre su formación. Una hipótesis que, en mi opinión y por contrario, le restaría fuerza en esa negociación y que, muy  probablemente, echaría al PSOE en los brazos de Ciudadanos. Menos mal que parece que, al menos, la caída del PP parece incontestable, como parece incontestable su aislamiento y repudio por parte del resto de fuerzas políticas.
Es cierto que Izquierda Unida no ha estado en las mejores manos en momentos tan cruciales como los que hemos vivido estos últimos años, pero también es cierto que tiene un capital humano, el de militantes y votantes, al que quien se dice de izquierdas no debiera renunciar, a no ser que crea en esa imposible transversalidad que predica y que sólo fue un espejismo que quizá tuvo sentido mientras se consolidaba Ciudadanos y que, después de las elecciones catalanas, ha dejado de brillar.
Yo, que, pese a no haber militado nunca en partido alguno, me he considerado, siempre y desde que entré en la universidad allá por los últimos años del franquismo, políticamente activo y de izquierdas, no cero en el trasvase de votos entre la izquierda y la derecha ni, mucho menos, de la derecha a la izquierda. Por eso no creo que, descafeinando las esperanzas de la izquierda, Podemos vaya a crecer por la derecha como parece pretender.
Lo de ayer, la ruptura de las conversaciones entre Izquierda Unida y Podemos o entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón, como prefiráis, precisamente en el día en que el CIS certifica que, pasados ya cien días de la constitución de ayuntamientos y gobiernos autónomos, los españoles se sienten cómodos, más identificados y satisfechos con las listas y coaliciones amplias de izquierda que con cualquiera otra opción y que Manuela Carmena, Asa Colau o Joan Ribo son los líderes mejor considerados por los encuestados, curiosamente ninguno de ellos en Podemos, aunque sí apoyados por la formación.
Podemos e IU no han llegado a nada, pero no todo está perdido, porque, pese a lo que crea Iglesias, quedan aún muchas opciones, todas en la izquierda, para conformar una lista de izquierda capaz de recoger todo ese voto que, de otro modo se vería frustrado y condenado a la abstención, porque, pese a lo que diga "coleta morada" es mejor una sopa de siglas en una coalición que todas esas siglas desperdigadas y solas en la mesa de las papeletas. Así que pongámonos manos a la obra, porque no todo está perdido y porque quizá, después de la cura de humildad que necesita y que sólo está en nuestras manos, a Pablo Iglesias se le bajen los humos y acabe soltando el patrimonio de votos que, de momento, no quiere compartir.


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1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

La esperanza siempre queda....


Saludos