miércoles, 28 de octubre de 2015

NO ES BROMA


Todo lo que puede pasar acaba pasando y, por eso, no parece que tensar una cuerda hasta el límite de su resistencia no parece lo más acertado. La partida que juegan Junts pel sí y Rajoy corre el peligro de convertirse en una especie de ruleta rusa en la que cada vez que se aprieta el gatillo es más fácil encontrarse con la bala en bajo el percutor. 
Cada paso dado por los independentistas busca  su correspondiente reacción en el gobierno ya en funciones de Rajoy, deseando que éste pierda los nervios y de un paso en falso, tome la decisión equivocada, que acabe por precipitarlo todo. Mas, buen estratega, lo sabe bien, porque sabe que no se dan las condiciones para que Cataluña genere en la comunidad internacional los apoyos al proceso de que hoy carece.
El paso dado ayer por la coalición de Mas y la CUP no debe ser interpretado más que como un gesto, una provocación, si se quiere, pero sólo un gesto. Es como esas pataditas bajo la mesa que los niños traviesos dan a sus hermanos, buscando que estallen, respondan y se lleven la bronca de los mayores.
Es lo que buscan, enrarecer el ambiente, enervar al "adversario" y lograrlo cuanto antes. Tienen prisa. Y la tienen porque saben que el escenario ideal para sus propósitos tiene fecha de caducidad que no es otra que el 21 de diciembre, el día siguiente a las elecciones que pueden cambiar definitivamente el panorama de la política española.
Todos los nacionalismos tienen algo de martirologio y algo de épica. Pues bien, la épica que Más no tenía, sepultado en la basura del tres por ciento, con los jueces y la policía pisándoles los talones un día sí y otro también a su partido y sus amigos, se la está proporcionando la CUP, con su lenguaje aparentemente revolucionario, con sus soflamas y su invocación a la desobediencia, algo que quedó ayer patente en la resolución registrada en el Parlament, que está plagada de concesiones a quienes tienen los votos que a Más y los suyos les faltan para formar un gobierno que, por ahora, es incierto.
Los dirigentes de Junts pel sí saben que el roce hace el cariño y que, cuanto más tiempo y cuantas más iniciativas emprendan junto a la CUP, más fácil les será conseguir los votos que le permitan investir presidente a Mas o a quien sea. Por eso se esfuerzan en tener contentos a los diputados de esa candidatura radical y asamblearia que ya está modificando su discurso para, interpretando el sentido del voto de quienes apoyaron a Catalunya sí que es pot, lo suben con eufemismos al carro del proceso por la independencia.
Ya tienen coartada para poner en marcha el proceso, pese a que, sobre el papel, la mayoría de quienes votaron hace un mes en Cataluña no dieron su apoyo a la independencia, invalidando la hoja de ruta trazada por Mas y Junqueras. Pero la CUP sabe que no se va a ver en otra igual. Sabe que este tren al que se ha subido no volverá a pasar, si pasa, en mucho tiempo. Saben que nunca van a tener en sus manos tanto poder y poder del que no compromete.
Y, mientras tanto, el resto de partidos, los que no son el Junts pel sí, la CUP, el PP o Ciudadanos, que en este asunto está siendo más PP que el propio PP, en Cataluña y el resto de España, tienen un papel más que difícil , porque saben que a los mencionados les interesa la pelea en el barro, la que suaviza los perfiles más duros y esconde las marrullerías, esos a los que lo que menos les interesa es hablar de la pobreza, el paro, la sanidad, la vivienda y, en general, la brecha social. Esos que darían un brazo por que los electores acudiesen a las urnas como los hooligans van al partido, envueltos en la bufanda o en la bandera, que tanto da, cegados por mensajes tan simples como engañosos.
La propuesta registrada ayer en el Parlament de Catalunya no es una broma, no, pero tiene las alas cortas y la va a costar levantar el vuelo. Por eso necesita el viento de cara de la afrenta. Necesita que el Gobierno dé ese paso en falso que volvería a movilizar a sus seguidores y reforzase sus filas en el Parlamento de la Nación 
Lo que está pasando en Cataluña no es una broma, pero tampoco es tan apocalíptico como nos lo están pintando. Bastaría un poco de temple y otro tanto de generosidad para superarlo. Y, después, manos a la obra y a trabajar en lo que importa.


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1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Excelente epílogo...


Saludos