Todos sabemos de la aversión que tiene el Partido Popular a
la práctica de la eutanasia o el aborto. Para ellos, sea cual sea la razón que
motive una u otra intervención sobre la vida, dejar que ésta se acabe, aunque,
claro está, siempre están dispuestos a hacer las excepciones pertinentes si es
que el resultado les conviene.
Esa que el PP reconoce como una de sus características
no es en absoluto la única. También lo es la de hacer gala de un egoísmo supino
que les lleva a perjudicar a la mayoría de los ciudadanos, a la sociedad, si es
que el resultado les beneficia, algo que hemos podido comprobar y sufrir en
nuestras carnes cada vez que los populares han llegado al poder, especialmente
en estos cuatro años con Rajoy en La Moncloa.
Pues bien, en el asunto del que hoy os hablo, ambas
características la del egoísmo, la de ese "ahí se pudran" la
sociedad y el bien común, si con ello sacamos algo "nosotros o nuestros
amigos" entraría en una aparente contradicción con su aversión a la
eutanasia, porque, para su propio beneficio y el de sus amigos, el gobierno ha
decidido aplicar, con su reforma de la ley de enjuiciamiento criminal, el
aborto y la eutanasia metafóricos a la mayoría de los casos que atascan los
tribunales, estableciendo plazos imposibles de cumplir, para llevar los asuntos
a juicio, aunque queden instruidos a medias o dejen a las acusaciones desnudas
de pruebas ante el tribunal.
Lo que persiguen con esta reforma es la muerte por inanición
de asuntos como el caso Bárcenas o la el de la trama Gürtel, tan complejos que
de lo que más precisan es de tiempo para abrir y concluir las diligencias que
jueces y fiscales estimen oportunas. Y lo hacen fijando, unos plazos
inasumibles sin que, al menos, se dote a los juzgados del personal y los medios
que serían precisos, no ya para asumir las nuevas exigencias, sino para cumplir
con las vigentes antes de la aprobación de la ley.
Como señalaban esta mañana en la Cadena SER, nada sabríamos
hoy de las cuentas de Bárcenas en Suiza de los tejemanejes de Rato ni,
mucho menos, de la financiación ilegal del PP mediante la red Gürtel o la mafia
que operaba en torno a Francisco Granados. Nada se podría investigar a fondo,
porque, como en el viejo concurso de televisión, sonaría la sirena antes de
encontrar las respuestas acertadas a las preguntas que se van planteando en la
instrucción de cualquier caso judicial,
Lo que en cierto modo pretende el PP es enterrar, entre
centenares de casos inconclusos, los que le afectan directamente. Una
estrategia parecida a la de algunos asesinos que esconden su cromen
rodeándolo de otros que nada tienen que ver con el que a él le interesa, para
no parecer sospechoso de obstruir la justicia ante la sociedad.
Esta nueva estrategia, la de la reforma restrictiva de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal conducida por ese ministro con cara de empollón
simpático que es Rafael Catalá, es continuación de otra anterior, la ya
neutralizada por los jueces de actuar como topos, personándose en las causas
para torpedearlas y maestralizarlas con el único fin de conseguir la
prescripción de los delitos perseguidos en ellas.
Ahora el PP, que con tanto ahínco se ha opuesto y se opone
al aborto y la eutanasia, parece empeñado en aplicarlos, aunque sea
metafóricamente, en los juzgados, haciendo inviables o matando por inanición
los casos en los que, de ningún modo, querría verse ante el juez.
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1 comentario:
“La justicia de las clases burguesas fue nuevamente como una red que permitió escapar a los tiburones voraces, atrapando únicamente a las pequeñas sardinas.”
(Rosa Luxemburgo)
Saludos
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