Me ha costado decidir el título de esta entrada. Pensaba
haberla titulado "La escopeta nacional", en honor del añorado Luis
García Berlanga, pero, al final, he optado por parafrasear al propio
Artur Mas, para no herir susceptibilidades nacionalistas. He tenido dudas
respecto al título, pero no en el homenaje a Berlanga, porque, en esta ocasión,
la operación emprendida por la Guardia Civil bajo las órdenes del juez de El
Vendrell ha llevado a los calabozos a once réplicas de aquel Jaume
Canivell, el inolvidable personaje encarnado por Saza, catalán como él y mitad
víctima llena de ternura, mitad miserable que paga de su bolsillo una montería
para tener a tiro y así poder acosar a ministros y otros personajes influyentes
y así colocar los porteros automáticos que fabrica en urbanizaciones de nueva
construcción.
La película, de 1978, pero situada seis años antes, tiene
casi cuarenta años y, sin embargo, refleja a la perfección las corruptelas que,
quieren hacernos creer que inevitablemente, se dan entre empresarios y
administración. Bien es verdad que hoy no son necesarias las monterías ni el
calvario por el que pasa el pobre Canivell. Hoy los modos son mucho menos
sutiles pero, quién lo duda, más eficaces. Hoy hay establecida una excelente
red de cobradores y unas tarifas fijas que facilitan el cálculo de los
sobrecostes de las adjudicaciones. Bien es verdad que, entonces, al no existir
los partidos políticos, el "unte" iba directamente a quien tomaba la
decisión, todo lo más, algo se quedaba en los bolsillos de la familia del
"caudillo". Hoy, parece que la generosidad empresarial es para los
partidos políticos y que, a falta de yernos, hermanos y cuñados del sátrapa de El
Pardo, algo se queda en los bolsillos y en las cuentas en paraísos fiscales de
tesoreros y conseguidores de las tramas recaudadoras.
Dijo ayer el inefable Artur Mas, una especie de Juana de
Arco, ni virgen ni santa, que él y su partido son objeto de caza, se supone que
de eso que acostumbran llamar "Madrid" y se supone que por su
patriotismo y por sus grandes avances en el proceso que lleva a la
independencia de Cataluña. Nada que no hayamos visto antes, porque no fueron
muy distintas las reacciones del "curita" Camps o la dirección
nacional del PP a propósito de Bárcenas, antes de perderle la fe y el silencio.
Cuando se pilla a un partido con las manos en la masa, todo se vuelve cacería o
causa general. Y es así, porque, en el fondo, Más Rajoy, Cospedal o quien sea, están
convencidos de que lo hecho, lo descubierto por los jueces, se ha hecho por el
bien del país. Claro está que existe entre ellos una cierta tendencia a
confundir los intereses del país con los propios y no es necesario decir que
estos partidos necesitan de ese dinero sin olor ni color para marcar las
diferencias, acrecentar la desigualdad, con otros partidos menos
elegantes, menos patriotas, con intereses más bajos que los suyos,
dispuestos siempre a poner por delante, de la patria y su destino a la gente y
sus problema
Habla Mas de caza y no hago sino pensar en todas esas
comisiones que, como perdices abatidas y amontonadas, en esa gran cacería de
mordidas en que algunos se empeñan en convertir lo público. Se siente víctima
el president y, por el contrario, las víctimas son quienes cumplen
religiosamente con sus obligaciones fiscales, sin saber que una parte de lo que
paga va a parar a las arcas de un partido al que quizá nunca ha votado ni
votará o a los bolsillos de algunos de sus dirigentes o sus familias.
No sé por qué Mas interpreta el papel de sorprendido o
indignado, porque sabe bien que ese tres por ciento que parece perseguirle
-precisamente un porcentaje es lo que le faltó para ganar su plebiscito- es el
mismo que Maragall le escupió en la cara en el Parlament de Catalunya hace unos
años. En aquella ocasión, CiU era necesaria para resolver la geometría variable
que necesitaba Zapatero para sacar adelante su legislatura, Maragall fue
obligado a rectificar y la recaudación siguió adelante. Ayer, gracias a la
denuncia de una insobornable concejal de ERC de Torredembarra y a la tenacidad
de un joven juez de El Vendrell, la necesaria cacería siguió adelante,
cobrándose piezas tan señaladas como el presuntamente corrupto tesorero de
Convergencia, el también presuntamente corrupto alto cargo de la Generalitat
encargado de adjudicar la obra pública y, ya era hora, once empresarios
presuntamente corruptores. Caza mayor.
1 comentario:
Un gran artículo...
Saludos
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