miércoles, 21 de octubre de 2015

ADIÓS, SEÑOR RAJOY, ADIÓS



Adiós, señor Rajoy, adiós. Se nos va el peor presidente que ha tenido la democracia española, peor incluso que el ya casi olvidado Leopoldo Calvo Sotelo. Se va y, como nadie mejor que usted para saberlo, está ya, ahora mismo, de retirada, una retirada nada honrosa, para la que se reserva alguna que otra inauguración y algún que otro "honor"  internacional destinados, permítame decirle que sin éxito, a poner un broche sólo "dorado" así lo dijo ayer en un acto fallido su portavoz en el Congreso, Rafael Hernando a tan horrible legislatura.
Se va usted, señor Rajoy, y, conociéndole, me cuesta trabajo creer que entre en sus cálculos y en los de su partido presentarse de nuevo a las elecciones. Me cuesta creerlo, porque se le ve cansado, nunca ha sido usted muy trabajador, yo diría que hasta enfermo, desganado, desorientado, incapaz de  decir dos frases coherentes, como si compareciese atiborrado de pastillas, balbuceando tautologías que, por no tener, no tienen ni gracia, recordándonos, ayer mismo lo hizo, que el tiempo es pasado, presente y futuro y que en el futuro es donde vamos a pasar el resto de nuestras vidas.
No es usted serio, señor Rajoy, y no lo ha sido nunca. Lo demostró aquella funesta tarde en que, después de acceder al rescate de las cajas, pagado en un importante recorte de nuestro estado de bienestar y miles de despidos, se plantó en Polonia, para ver desde el palco de autoridades el debut, ni siquiera una final, de la selección española de fútbol en la pasada Eurocopa. Y ese fue sólo el amargo apetitivo de lo que iba a ser su mandato, porque lo que acababa de hacer y aún estamos pagando, fue saldar las cuentas de esa cueva de Alí Babá en que se habían convertido nuestras cajas, en mano de personajes sin vergüenza, o sea, sinvergüenzas, aunque con carné de su partido o los que hiciera falta.
Bastantes españoles, creo que unos once millones, tuvieron el poco tino de poner en manos de este tan nefasto personaje un poder tal, que no ha habido otro en España, y que espero que, con la lección aprendida, no vuelva a haberlo, porque, con su voto, muchas veces cargado de rabia, pusieron en manos del PP, el congreso y el gobierno de la nación, sino que, lo complementaron de sobra con el de ayuntamientos y comunidades autónomas, el caldo imprescindible para la sopa de corrupción en la que estamos viviendo desde hace años.
Rajoy se va, no tengáis duda, y se va porque no creo que su partido vuelva a confiar en quien, con tales mayorías está, en una sola legislatura y según las encuestas, al borde del peor resultado del PP en unas elecciones, por debajo ya del suelo del treinta por ciento. Un resultado que, ni en el peor de sus sueños, podrían contemplar quienes desde tras las bambalinas manejas éste, como cualquier otro partido.
La prueba de Rajoy se va está en que muchos de los suyos le están perdiendo el miedo y, sobre todo, el respeto. Sus ministros se permiten ya sacarse las uñas sin el menor recato, algunos diputados se van sin esperar siquiera si entran en alguno de los puestos de improbable salida en las listas del partido y, sobre todo, los correveidiles de la prensa que tan útiles y fieles le han sido se quitan ya, deprisa y corriendo, el uniforme al que han servido.
Todos saben que el tiempo de Rajoy es ya, como el mismo diría, pasado y todos, salvo el faltón de Rafael Hernando, corren a cambiar de posición. Él no. El, como otros que tienen demasiado pasado, y no siempre limpio, junto a Rajoy, se quedarán hasta el final para cerrar las escotillas del barco en medio del temporal y, si conviene, atar el timón con rumbo al desastre. Pero, como digo, no creo que Rajoy repita. Huele demasiado a cadáver, tiene demasiado pasado y lo tiene malo. El recambio podría ser su vicepresidenta, la más lista de la clase, que ya se pasea por los platós que dan votos y quitan pecados, pero nunca con esperanzas de gobernar, porque, aunque ganara las elecciones, cosa difícil ya, no podría formar gobierno, porque, ante un apestado como el PP, es más fácil que se unan sus adversarios, todos, que que alguien acceda a hacerse la foto con él. No tienen más que mirar a la vecina Portugal, tan lejos y tan cerca como siempre.
Hoy mismo, las cabeza de la derecha europea se han dado cita en Madrid para dar su apoyo a un personaje, Rajoy, cuya política se ha convertido en una de las más antisociales de la Unión Europea y que, en el tema de los refugiados se alinea, además, con la de los fascistoides países del Este. Algo que, en mi opinión, no le servirá de nada. Y es que el sur de Europa está girando a la izquierda y el prestigio que podía tener Merkel se está perdiendo entre el humo de los Volkswagen.
No lo dude, señor Rajoy. Su tiempo se ha acabado. Se va y ni siquiera se ira a un retiro glorioso, porque quién va a querer escuchar a alguien tan incoherente, vago y disperso como usted. Adiós, señor Rajoy, adiós, que le vaya bien, a nosotros, sin usted, seguro que, si no bien, sí nos irá mejor.


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