lunes, 2 de marzo de 2015

¿Y POR QUÉ NO BATMAN?



Algún día tendremos que "echar" las cuentas de lo que nos han costado la gestión de ministros como Alberto Ruiz Gallardón, al que los proyectos estrella de su mandato, la ley de tasas o la reforma de la regulación del aborto, apenas le han sobrevivido unos meses después de su dimisión o las reformas educativas y culturales de José Ignacio Wert que, al parecer, correrán el mismo camino si su partido pierde la selecciones y, hoy por hoy, parece claro que las perderá. Y esto es, será, así, porque lo hecho por uno y otro ha sido hecho desde la más absoluta beligerancia ideológica, con resultados tales que de mantenerse en vigor volverían a colocar a este país muchos años atrás en el tiempo.
La última tropelía del segundo de esos ministros, el que dice crecerse en el castigo, aunque más bien parece  crecerse castigándonos, ha sido la aprobación del temario de la asignatura de Religión, por supuesto católica, en el que se devuelve a las aulas en que deberían prevalecer el razonamiento, el conocimiento científico y la tolerancia, unas creencias, porque no son otra cosa, sectarias y que, más bien sientas sus reales en todo lo contrario.
Pretender enseñar y defender comportamientos que no siempre están de acuerdo con el sentir general e incluso con las leyes de este país, desde aulas que pagamos todos y que son para todos no es algo que debamos tolerar. Y no debemos tolerarlo, porque convertiríamos la escuela en el último bastión de una moral trasnochada que hace tiempo ha perdido la batalla de la vida real y la calle.
Está claro que los neocon españoles tratan de emular la cruzada que, en los Estados Unidos, dieron en su día quienes auparon a Reagan al poder. Volver a meter a dios en las escuelas, reintroducir en ellas el rezo, a ser posible obligatorio, y las imágenes sería para ellos un sueño realizable y, ante todo, un instrumento para modelar el pensamiento de quienes consideran su futuro electorado. Pero, de ahí a alimentar la imaginación de los niños con patrañas indemostrables, va un abismo.
No puede ser que se pretenda reintroducir el creacionismo en las aulas, ahora que, gracias al mayor y mejor conocimiento del universo, desde la partícula más ínfima al cosmos, está totalmente superado, desde que Charles Darwin, un hombre de iglesia, fue capaz de ver más allá de "la mano de dios" el orden de la lógica en la naturaleza.
Pues bien, nuestro ministro de Educación, el mismo que pretende alejar a los hijos de los trabajadores de la universidad, pretende, no sólo que se les cuente a nuestros hijos que dios creó el universo, sino que pretende, además, que para aprobar la asignatura y sumar puntos en su expediente, den por bueno lo que les enseñan y lo repitan como papagayos, sin aplicar el más mínimo razonamiento a lo que, en realidad, no es sino literatura, aunque sea la literatura que ha permitido a una parte de la humanidad encaramarse sobre la otra.

Y llegados a este punto, yo me pregunto por qué  nuestros niños han de escuchar y aprender esa que no es más que una ficción y no las aventura de Batman, un personaje en el que se mezclan lo humano y lo fantástico y en el que lo que en otros son poderes sobrenaturales tiene explicación científica y técnica.


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1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Excelente reflexión...

Saludos