En este triste día, se hacen eco las crónicas del anuncio
hecho ayer por la alcaldesa de Madrid de que el ayuntamiento que preside
dispone de que, gracias a su gestión, dispone de un remanente de 369 millones
de euros, con los que podrá emprender obras urgentes y amortizar una parte de
los intereses la deuda, en la que su "queridísimo" antecesor, Alberto
Ruiz Gallardón, dejo enfangada a la ciudad, añado yo.
Ese, el practicado por Ana Botella y una gran parte de los
gestores de lo público, aquí y en todo el mundo, que reservan siempre una parte
de los ingresos de aquello que administran en lanzar a última hora los fuegos
de artificio con los que aturdir y entontecer a los votantes en las semanas
previas a las elecciones en las que han de revalidar sus cargos.
Ana Botella ha hecho lo mismo que hacen algunas familias que
pasan estrecheces todo el año para así poder hacer una innecesaria reforma de
la cocina con la que presumir ante las amistades o, como reza la letra de
"A felicidade", la hermosa canción de Jobim y Mores que abre
"Orfeo negro", el magnífico retrato del carnaval de Río en la que se
nos cuenta cómo como los cariocas soportan resignados a lo largo de todo el año
la miseria y las privaciones que le permiten disfrutar o aparentar que disfrutan
los tres días que dura la felicidad de la fiesta.
No me explico cómo esta mujer que no ha pasado estrecheces
en su vida se permite tan hiriente gesto en una ciudad de aceras rotas y
calzadas llenas de baches, con niños deficientemente alimentados y ancianos
desasistidos, con operaciones ruinosas, con la venta inmoral de viviendas de alquiler social a fondos buitre que echan a la calle a los inquilino, scon autobuses que cada vez pasan con menos frecuencia, pero
flamantes, como las marquesinas bajo las que se les espera, porque alguien
cercano a ella, saca beneficio del cambio.
No sé cómo se atreve a hacer ese anuncio presumiendo de
haber bajado los impuestos a ciudadanos para quienes, en su mayor parte, la
bajada apenas supone unos euros, mientras los que pierden en la limpieza de sus
calles, la conservación de los parques en los que pasan su jornada de parados,
o las ayudas sociales suponen mucho más.
Es la consabida política economicista llevada a cabo por
todas las administraciones de este partido que lleva veinte años sirviéndose
bajo la mesa los pedazos más suculentos de la tarta y repartiendo a los
"paganos" que somos todos nosotros, las migajas si es que reparten
algo. Es la política que toma a la ciudadanía como una columna más del
estadillo de sus cuentas, sin alma, sin necesidades y sin sentimientos,
convertidos en parte de una división si de lo que se trata es de repartir
miseria y de una multiplicación ciega e injusta, si de lo que se trata es de
recoger impuestos.
Es esa política del que no pone cara ni vida a quienes
administra y que es capaz de resumir sus cuatro años de gestión, salpicados de
huelgas, de tragedias vividas desde la lejanía de un spa portugués, como la del Madrid Arena, de escándalos, de aire cada vez
más sucio, de colas cada vez más largas, para poder comer, de enfermedades que
creíamos olvidadas, de bibliotecas, instalaciones deportivas y conservatorios
cerrados, en las consabidas columnas del debe t el haber, en las que aparece un
remanente de 369 millones de euros, con los que rapar algunos baches, aligerar
la deuda y, sobre todo, hacer campaña.
Mientras, los carroñeros, los nicolases y sus amigos, a
chupar del bote.
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1 comentario:
Ciertamente es así...
Saludos
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