Al gobierno de este país, el que preside un señor que se va
al fútbol la misma tarde que firma el rescate de nuestra banca y los recortes,
el mismo que es capaz de cruzar el Mediterráneo para dar su apoyo a los
conservadores griegos, pero se piensa demasiado, le cuesta, pisar las tierras
anegadas de Aragón, a ese gobierno no le gusta que en la Valencia de las fallas
y el caloret, la Valencia heredada de Camps y sus secuaces, la de quienes
saquearon la televisión autonómica durante la visita del papa, mientras se
enfriaban los cadáveres de las víctimas del peor accidente de metro de nuestra
historia, se formen colas de medio millar de ciudadanos, a la espera de las
galletas, la harina, la pasta, la leche o el tomate con que aliviar durante
unos días el hambre de la familia.
No le gustan estas colas, porque acaban metiéndose en los
telediarios, con mayor o menor extensión, en titulares o en reportajes,
desmintiendo todas las ruedas de prensa, toda la propaganda en las que quienes
nunca la han sentido nos cuentan que la crisis es cosa del pasado o, como les
gusta decir, ya es Historia. No le gusta ver a todos esos ciudadanos jóvenes o
viejos, hombres o mujeres, solos o con familia, con estudios o sin ellos, mejor
o peor vestidos, resignados o no, que acuden a las puertas de los almacenes de
Cáritas, Cruz Roja o los bancos de alimentos. No les
gusta propaganda tan negativa y, por ello, se han puesto manos a la
obra para acabar con ella.
El mejor modo que ha encontrado el ministro que se ocupa de
los Asuntos Sociales en España y se ocupó en Vitoria mientras fue alcalde de
pagar alquileres ruinosos y nada claros, ha sido el de censar a los
necesitados, hacerles pasar por la humillación de tener que demostrar que son
pobres, para, así, tener acceso a esa ropa y esos alimentos que, quienes
podemos, costeamos con nuestros donativos y que al ministro parece molestarse
que los reciban sin humillarse y sin pagar nada a cambio.
Habla este ministro que quiere hacer una lista de pobres de
incluirlos en programas de reinserción o algo parecido, como si se tratase de ex
presidarios, toxicómanos o cosas peores, si es que las hay. Y no parece haberse
parado a pensar que, con darles un trabajo que, por humilde que fuese, le diese
la seguridad y la confianza en el futuro que ahora no tienen, las colas se
esfumarían o casi. Por qué no lo intentan, en lugar de utilizar los servicios
sociales como jurado de un concurso de pobreza, como fiscales de las
necesidades de quienes lo han perdido todo o casi todo y sólo les queda la
dignidad que, ahora, quieren arrebatarles.
¿Cómo van a tratar estos servicios sociales los casos,
demasiados, en los que los ciudadanos hacen esas colas para conseguir comida,
porque el poco dinero que consiguen tienen que emplearlo en pagar la maldita
hipoteca, para no perder la casa y lo que en ella tienen? ¿Van a contabilizar
ese piso sin calefacción y con la luz y el agua justas como riqueza? Siempre
les quedará eso de decir que han vivido por encima de sus posibilidades y
merecen un castigo.
El ministro se escuda en directrices de la Unión Europea, la
misma que está detrás de las decisiones que han dejado a todos estos ciudadanos
en la cola en la que están. Puro cinismo, porque no se dan la misma prisa en
tomar otras decisiones que nos acerquen al prometido y frustrado bienestar
europeo, Sólo quieren limpiar las calles de tan bochornoso espectáculo que
negaron y combatieron con toda su maquinaria mediática, cuando apareció en las
páginas del New York Times. Piensan que la gente que hace cola durante horas,
al frío y al sol, exponiendo su necesidad a los ojos de todos, lo hace por
gusto, por vaguería o comodidad. Se ve que tiene claro que nunca se verá así.
Por eso, ahora quieren barrerles de la calle y fumigar su
propia conciencia quitándolos de donde ya son demasiado visibles. Por eso se
les ha ocurrido la brillante idea de certificar las necesidades de toda esa
gente, de censar a los pobres y de darles un carné de pobres.
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2 comentarios:
Muy buena nota.
Faltó decir que se les ha olvidado que previamente habían despedido al personal que hace los carnés, con lo cual lo van a tener dificil.
Bien.
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