Cuando el próximo mes de mayo los madrileños acudan las
urnas, tendrán la oportunidad de poner fin a doce años, veinte si contamos con
las dos legislaturas de Gallardón, de gobiernos populares, todos bajo la sombra
de Esperanza Aguirre, que llegó a la Puerta del Sol en circunstancias tan poco
claras como las excusas con que las que dejó el gobierno, todas, eso sí, con un
inconfundible tufo a cemento, ladrillo y dinero. Doce años largos en los que la
crónica de lo que aquí ha pasado parece más un guión de película de serie B, de
esas que han hecho rico a Enrique Cerezo, el presidente del Atlético de Madrid,
ese que se peina en la peluquería de los click y, al parecer, regala áticos a
sus amigos, una película en las que se mezclan el sainete, la serie negra,
Perry Mason y, ahora, Fu-Manchú.
Qué se puede decir de una territorio gobernado por quienes
encargan y pagan trabajos a determinados jueces, que -hoy nos hemos enterado-
contrata y paga un asistente para el juez instructor de la Gürtel, asistente
que le informa de los pasos que sigue la investigación, un territorio en el
que, como en la "ciudad sin ley" de las películas, se compra al
sheriff o a sus ayudantes, en el que los malos se espían unos a otros, un
territorio en el que se da información a los ricos para que compran a bajo
precio a los pobres para hacer negocio con las radiales, negocio con seguro de cobro,
porque, en caso de fracasar, la ruina quedará en manos del Estado, después de
haber llenado los bolsillos de los accionistas de las constructoras y de los
bien informados propietarios de las parcelas expropiadas, que compraron a la
baja y son expropiados ahora poco como si sus fincas estuviesen en plena
Castellana, un territorio, en fin, en el que, aún con cemento hasta las
rodillas, se malvende lo bueno de la sanidad pública, que es de todos, para
quedarse sólo con lo que ni da ni puede dar beneficio y hacerlo trizas, un
territorio en el que, faltando escuelas e institutos públicos, se regalan
terrenos a quienes quieren hacer negocio con las necesidades de plazas
escolares de cada territorio y que, luego, pese a crear colegios concertados ya
se encargan más adelante de ahuyentar a los humildes a base de actividades
extraescolares y otras zarandajas como costosos uniformes y comedores.
Un territorio que gobiernan inmorales que, con demasiada
lentitud, van cayendo en el cesto, primero, de las manzanas podridas, del que
algunos y sólo algunos acaban en la cárcel. Y, mientras, auténticos garrulos se
convierten en señoritos de rolex y poder que hacen y deshacen negocios a la
sombra feliz de la condesa que los ha escogido, los ha colocado allá donde hay
para que cojan y llenen su bolsa o la del partido, para cínica sorpresa de la
"madrina" que luego dirá que no sabía, no conocía o nunca sospechó.
Pero todo esto no ha podido, no puede, hacerse sin la
connivencia de policías, guardias civiles o gente de leyes que han hecho o
dejado de hacer, han dicho o han callado, siempre a favor de los de siempre.
La última secuencia de esta película de sesión continua la
ha escrito, por el momento, el presidente de esta Corruptilandia en la que me
ha tocado vivir, Ignacio González, que lleva dos días balbuceando con escaso
éxito su decencia y su dignidad y que el lunes perdió los nervios y el oremus,
anulando su agenda oficial para convocar una rueda de prensa con la que
desmentir a EL MUNDO, que le acusa de haberse hecho con su hortera ático de
Estepona, como parte de la comisión correspondiente por una de esas operaciones
urbanísticas tan habituales en el territorio. Y no sólo eso. Tuvo la torpeza de
acusar a dos comisarios de haber intentado chantajearle hace cuatro años, unas
acusaciones que o se presentan en un juzgado o no se hacen. De modo que sus
dardos a dichos policías ya se han vuelto contra él y habrá de ser un juez
quien determine quién dice la verdad.
En fin, mala época esta para vivir en Corruptilandia. Sobre
todo, para quienes somos de olfato fino y estómago delicado, aunque vivo
esperanzado con la posibilidad cada vez más real de que, entre todos, acabemos
echándoles del poder del que tanto se han aprovechado. También espero que esta
vez no haya Tamayo, Sánchez ni Balbás que nos roben el resultado de las urnas.
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1 comentario:
País de pandereta....
Saludos
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