Me encantan ¡genio y figura! Me encuentro ante la página en
blanco y, cuando voy a pulsar la primera tecla, escucho decir al número dos de
la candidatura del PP, el jesuítico Esteban González Pons, que "los
ciudadanos no han entendido", lo que evidencia que los que no han
entendido son ellos, porque siguen sin darse cuenta de que casi tres millones
de sus votantes les han retirado la confianza o bien, si son conscientes de
ello, siguen creyendo que mintiendo y disimulando ante los ciudadanos van a
lograr pasar el mal trago, a la espera de tiempos mejores.
Los resultados de las elecciones de ayer tienen muchas
lecturas, en clave nacional y en clave continental y es a esta última clave
continental a la que se agarra el PP cuando se proclama el único partido de
gobierno que después de haber llevado a cabo reformas ganó las elecciones ayer.
Se olvida de que el fin último de todo análisis electoral debería ser el de
determinar quién puede o podría formar gobierno o, en todo caso, el de
obtener una proyección de los resultados en ese sentido. En ese sentido, está
claro que ni la delirante gran coalición entre PP y PSOE que tanto interesa a
los empresarios y de la que tanto hablan algunos, incluido el trasnochado
Felipe González, tratando de justificar lo injustificable, a día de hoy no
podría gobernar España, porque, sin contar con las deserciones que provocaría
en las filas socialistas, una hipotética alianza entre PP y PSOE no conseguiría
la mayoría necesaria para formar gobierno.
¿Qué ha ocurrido entonces? Mi opinión, fundada ante todo en
mi propia experiencia, es que, por fin, hemos sido muchos los ciudadanos que,
desde la izquierda, hemos abierto los ojos a la realidad al tiempo que henos
cerrado nuestros oídos a los cantos de sirena que, desde Ferraz, nos hacía
llegar un PSOE ensimismado y a la defensiva, con un mensaje tan poco claro como
su futuro.
Al final, los ciudadanos se han mirado a sí mismos y se han
visto como lo que son y nunca debieron dejar de ver que son: trabajadores
asalariados, y eso en el mejor de los casos, porque una gran parte de ellos
están en paro, y no esos nuevos ricos que nos hicieron creer que éramos,
mientras les servíamos y hasta que nos han sacado todo el jugo y nos han
arrojado a las tinieblas.
Por razones más sentimentales que otra cosa me he resistido
una y otra vez a dejar de creer en quienes una vez, hace ya muchos años,
emprendieron la transformación de este país. Os aseguro que, pese a que ya no
me reconocía en sus líderes, siempre quise creer que se trataba de una mala racha,
de una estrategia para recuperar el resuello a la espera de tiempos mejores.
Pero verles poco menos que justificando, cuando no apoyando las duras medidas
de Rajoy, haciendo oídos sordos a la tragedia de los desahucios, lamiéndose las
heridas en su rincón, mientras la gente que decían representar era arrojada a
las tinieblas. Sin embargo. "la realidad -como dice Maitena- es un efecto
secundario de la falta de cariño" y el PSOE se ha empeñado en que dejemos
de quererle y hemos acabado viéndole como lo que es.
Populares y socialistas, con la ayuda de los medios, con la
de las televisiones chillonas y aberrantes que nos aturden en nuestras casas,
se han empeñado en hacernos creer que no había vida más allá de sus siglas, que
votar lo que no fueran sus siglas era tirar el voto. Lo han hecho, lo ha hecho
el mismo Rajoy al que, a estas horas, aquellas palabras le deben volver como un
reflujo.
Pero esta vez la gente se ha atrevido. La gente ha recordado
sus orígenes o ha recordado la ilusión de aquel 15-M que los dos grandes creían
haber conjurado con aquellas municipales que apuntalaron un sistema que comenzó
tambalearse. Ayer, el espíritu de aquellos días volvió y volvió
materializado en votos, votos que, a estas horas, revolotean en los sanedrines
de PP y PSOE, votos con los que en adelante habrá que contar, porque, si en
sólo cuatro meses una fuerza como PODEMOS, sin medios pero con todo ese entusiasmo,
ha podido hacerse presente como lo ha hecho en las urnas, con medios y tiempo
pueden poner patas arriba, por ejemplo, el Ayuntamiento y la Asamblea y de
Madrid, que podrían volver a la izquierda, que nunca debió perderlos.
Las elecciones de ayer demostraron que todo tiene un límite,
que el bipartidismo no es una maldición eterna, aunque sí una maldición y, sobre
todo, que SE PUEDE.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
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