viernes, 23 de mayo de 2014

EL VOTO Y LAS CAMPAÑAS


A quienes vivimos la dictadura y ansiamos durante tanto poder votar se nos hace extraño que haya quien, por desengaño, por cabreo o por comodidad prefiera quedarse en casa, pero más nos extraña que quienes concurren a ellas parezcan empeñados en dilapidar esfuerzo y dinero en campañas que, más que animar al voto, parecen alejar a los ciudadanos de las urnas. Pero, atención, este análisis parece lícito, pero me temo que errado.
Alguien puede creer que un partido con los recursos del PP puede poner al frente de su campaña a un tipo tan negado como Carlos Floriano. Yo me inclino a pensar que lo que está buscando es otra cosa, que lo que en realidad persigue es aburrir definitivamente a los ciudadanos, conseguir que aflore en su conciencia el sarpullido democrático que le ate al sofá, mientras sus fieles, sus votantes fijos, las monjas y pensionistas cuyo voto por correo gestionan "desinteresadamente", sus estómagos agradecidos, sus cerebros asustados, dejan sus papeletas, escasas, aunque suficientes para su apuntalado futuro.
En ello, ha sido su cómplice el PSOE que, durante años ha contribuido a reducir su presencia en el hogar de los votantes a esos breves segundos de telediario en los que se martillea su cerebro con esa "idea fuerza" que a la postre no es más que un eslogan ideado por un publicista o, como mucho, consensuado por un político y un publicista de confianza. Frases, ideas fuerza, disparadas ante las cámaras a una señal de alguien de confianza que avisa del momento en el que "entran" en el telediario en directo.
Son muy pocos, por no decir ninguno, los partidos que exponen en campaña sus ideas a los ciudadanos. De hecho, los mítines se llenan con militantes, movilizando agrupaciones y autobuses y calculando aforos y tiros de cámara para que no haya huecos y para que quienes lo ven desde casa no se enfrenten a la inquietante sensación de ver a todo un presidente de gobierno o a un secretario general hablando entusiasmado ante un grupo de sillas vacías. 
Los partidos, especialmente los grandes, se han puesto en manos de los especialistas que han reforzado su mensaje, como esos jardineros que podan y repodan los rosales a la búsqueda de las mejores rosas y se olvida del resto del jardín que, a la larga, acabará rodeando los planteles y asfixiando su belleza. No han hecho en eso más que clonar su actitud de todos los días, alejándose de la sociedad real y echándose en brazos de vendedores de las "chispas de la vida" y de encantadores de serpientes que acaban robándoles el alma y lo poco que les queda de humanos.
Dónde están aquellos mítines de hace casi cuarenta años, a los que íbamos a "enterarnos" de lo que cada partido podía darnos, dónde está esa ilusión casi festiva que ha dejado paso a "ceremonias" coreografiadas al milímetro, en las que el mismo líder entran en los mismos pabellones en distintas ciudades con los mismos gestos, los mismos besos y abrazos, los mismos niños en ofrenda desde los brazos de sus padres. Mítines muy "a la americana" en los que el candidato se olvida de la realidad de la calle y se refuerza en su mensaje y en un programa que, de antemano, sabe que jamás cumplirá.
Los echo de menos, como echo de menos esos partidos con más ilusión que maquinaria electoral, capaces de ganarnos con la fuerza de sus ideas y sus acciones. Me gustaría, para qué negarlo, un partido que fuese lo que ha sido la Plataforma Anti Desahucios todos estos meses, un partido capaz de dejarnos claro qué nos estamos jugando y qué es lo que hay que cambiar, un partido cercano, de todos los días.
Pero me temo que tendré que resignarme, entre otras cosas, porque el que más se le parece está aquejado ya del virus del personalismo. No obstante, no me pienso desanimar y llevaré mi voto al mismo lugar en que estaba en aquellas elecciones tan ilusionantes, ya tan lejanas. No dejéis que os fumiguen estas campañas tan castrantes, Pensad sólo en la fuerza de vuestro voto que nunca pondréis a prueba si os quedáis en casa. Está claro que si realmente queréis que los que están arriba cambien, no vale esperar a que lo hagan. Hay que cambiarlos y hay que cambiarlos ya.


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