sábado, 29 de marzo de 2014

POR PELOTAS


Nada hay tan peligroso para un país como un gobierno dispuesto a utilizar los recursos del Estado al que debería servir para hacerlos servir en beneficio propio y eso es algo, quizá  lo único, en lo que este gobierno que tenemos -por más que nos pese tenerlo y lo que hace- ha demostrado empeño y destreza. 
Tenemos un equipo económico dispuesto a hacernos limpiar con nuestro asco y nuestro dinero la enorme cagada que fue tejer en torno a la ciudad de Madrid toda una red de innecesaria, por duplicadas, autopistas de peaje, diseñadas para que los propietarios de audis, mercedes o lujosos todo-terreno, tan inútiles como las mismas calzadas, pudiesen vivir a cincuenta kilómetros de la plebe, en sus lujosas urbanizaciones o pasar fines de semana en las playas, valencianas en el caso de Madrid, sin tener que soportar los embotellamientos que cada día, laborable o festivo, tienen que tragarse los "pringaos" de siempre.
Esa cagada, que no lo fue para quienes ganaron con ella elecciones y dinero Gürtel o un futuro pos político en bancos y constructoras, la vamos a limpiar de nuestro bolsillo TODOS los españoles, incluidos los que nunca pasamos por ellas,  porque el gobierno no parece dispuesto a que salga de las concesionarias o de las constructoras que nos vendieron el paraíso, mientras se relamían pensando en un negocio redondo, en el que sólo contarían para los beneficios y nunca para las pérdidas.
La mitad de la "pasta" que el Gobierno pretende dedicar a tapar las pérdidas de sus amiguetes bastaría, según Cáritas, para sacar a medio millón de españoles de la pobreza severa en la que, por su culpa, la del Gobierno, viven. El dato, tan real y tan cierto como que es el resultado de contemplar las estadísticas del equipo económico del ejecutivo sin beber, fumar o esnifar lo que esnifan el PP y sus monaguillos, no ha gustado lo más mínimo, es más, ha cabreado a una de las fuentes, el ministro Montoro que protege con uñas y dientes la fábula de la España triunfante que como el ave Fénix remonta el vuelo sobre las cenizas de la crisis y el llanto de los que han quedado en el camino.
No le gusta y arremete contra Cáritas como di del diablo se tratara y les acusa de exagerar, cuando lo que quizá esté haciendo la ONG católica es ver las cifras sin prejuicios y, al contrario que el Gobierno, al menos leste gobierno, escuchar y atender a las víctimas de tanto despropósito.
Está claro que ese es uno de los puntos fuertes de la gente de Rajoy: leer la realidad con las orejeras que se ponía a las caballerías para que no viesen los lados del camino y, con ello, lo que pudiera asustarle. Lo malo es que, ayudado de una prensa y unos medios que han olvidado para qué nacieron y para quién deberían trabajar, pretende colocar también esas mismas orejeras al resto de la sociedad. Al gobierno no le gusta escuchar a la sociedad, ni que la propia sociedad se escuche y se reconozca en sus quejas. Eso sería muy peligroso, porque el millón largo de ciudadanos que estuvimos hace una semana en las calles de Madrid podría multiplicarse y eso, claro, amenazaría a la marca España, asustaría e incomodaría a los turistas que acuden por millones a consumir las "relaxin' cups of coffee" de los alrededores de la Plaza Mayor o a cazar la libélulas gigantes que "calza" nuestra alcaldesa en su solapa.
Estoy seguro de que, si Ana Botella quiere alejar las manifestaciones del centro de Madrid es porque alteran el hábitat de sus monstruos de solapa. Por eso, de acuerdo con el inquilino del despacho que queda debajo del reloj de la Puerta del Sol, con ático en Marbella, y con el apoyo inestimable del ministro de la porra está de acuerdo con que se defienda a sangre y fuego ese territorio que es la calle, aunque sea a costa de la tranquilidad y la seguridad de cientos de miles de manifestantes. Por eso siembran el entorno de cualquier manifestación con policías disfrazados de radicales que se comportan unas veces como una cosa y otras como la otra. 
Por eso este señor, el ministro de la porra, ha pasado sigilosamente por encima de los quince ahogados en el Tarajal de Ceuta o por los heridos de los incidentes del pasado sábado. Por eso resulta tan peligroso dejar las cuestiones que afectan a la seguridad y los derechos de los ciudadanos en manos de quienes echan mano de la fatalidad o la providencia a la hora explicar sus fallos o encontrar soluciones. Por eso es tan peligroso tener ahí a alguien que lo arregla, o estropea, todo "por pelotas". 
De momento, hoy sabemos que uno de los manifestantes del sábado, sobre el que no pesa ninguna acusación, porque no puede haberla, ha perdido la visión de un ojo a causa del impacto de una pelota de goma lanzada por la Policía mucho tiempo antes del final fijado para la concentración, ya que los médicos que le atendieron fijaron en el parte de asistencia las nueve y cuatro minutos como hora de ingreso en el puesto de socorro.
Con todo ese material, harían muy bien los organizadores de las marchas en denunciar a la Policía y sus responsables ante la justicia, en lugar de dar la palabra a inconscientes boquirrotos. Si no, acabaremos reduciéndolo todo a una cuestión de pelotas. Y en eso ganan ellos, porque las que dejan ciego, las pagamos todos, pero las dispara su gente.


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