lunes, 20 de enero de 2020

HUMO NEANDERTHAL


Desde hace días y a pesar del viento, la lluvia y la nieve de la borrasca Gloria, parece que nada hay de más interés en este país que el mal llamado "pin parental", un término empleado al unísono por la ultra derecha azul y la verde que, quiéranlo o no, equipara la educación que el Estado da a nuestros hijos con los canales de televisión que pueden o no pueden ver o, lo que es lo mismo, los rombos, uno  dos, con que la tele franquista decía a los padres que programas podían o no podían ver sus hijos.
Pablo Casado, ese señor que esconde el bigote de su mentor, Aznar, tras la barba que se dejó crecer para hacernos creer que ya era mayor y que se había moderado, hablaba de este asunto este fin de semana, calificándolo de "cortina de humo", una traición del inconsciente, del suyo, no de él, porque tengo claro que son ellos los que están azuzando a lo más rancio de su electorado para centrar en este asunto, intrascendente hasta hace dos días, para esconder tras él la incapacidad que tiene la derecha para constar entre el electorado las medidas sociales, pensiones, consumo, igualdad, etc., que ha puesto en marcha el gobierno de coalición.
Supongo que Cataluña no basta para ocultar los avances que, sin duda, va a conseguir este gobierno y que necesitan algo más, algo con que revolver las parroquias u movilizar, autobús con bocadillo mediante, a lo más rancio del electorado, como ya hicieron contra Zapatero, al que semana sí, semana no, ya fuese contra la ampliación del derecho de la mujer a disponer de su cuerpo o azuzando a las víctimas del terrorismo de ETA, no a las del yihadismo, contra el gobierno que sacó a España de la guerra de Irak y más hizo por acabar con ETA, llenaba las plazas de Madrid como si esos problemas ya en vías de solución fuesen la único importante.
En realidad, lo que ocurrió entonces, como ocurre ahora, es que la derecha de este país, ultraderecha hoy en su mayor parte, es que tiene necesidad de defender, aliada con la nada objetiva iglesia católica, todas esas prebendas, en patrimonio, en negocios como el de la enseñanza, que, junto al inmobiliario, dan a la estructura de esa iglesia, dispuesta siempre a defender lo suyo y a los suyos, que, por más que lo nieguen no son todos los ciudadanos porque ni siquiera lo son los católicos.
La derecha, ultraderecha, insisto, ha aprendido que no puede mentir eternamente con la promesa de bajar los impuestos, porque los ciudadanos, la mayoría de ellos,  saben que para ellos esa bajada es irrelevante, mientras que para los poderosos, los grandes patrimonios, las grandes empresas, quienes se refugian en las SICAP y la misma iglesia, acostumbrada irse de rositas a la hora de tributar por su enorme patrimonio inmobiliario, movilizan Roma con Santiago, nunca mejor dicho, pata impedir que la coalición de gobierno demuestre que, con otra fiscalidad, un país mejor es posible.
Eso es lo que nos espera, aunque, de momento, es en esa presunta libertad de enseñanza, que, dicen, ponen en peligro la igualdad y el conocimiento de todo y para todos, entiéndase q dentro de la ley, que pretende el gobierno, con la ministra Celaa al frente.
Andan diciendo Casado y los que le siguen que sus hijos son suyos y no del Estado, que eso es cosa de barbudos y revolucionarios, demostrando el poco conocimiento que tienen de Cuba, donde está claro que faltan la libertad y más cosas quizá, pero no, desde luego, la Educación, convertida en la joya de la Revolución.
El indefendible mensaje de Casado y su amigo Abascal, cachorros los dos de la misma camada, tuvo este fin de semana respuestas tan brillantes como la de Íñigo Errejón, que se conformaba con que el PP nos devolviese al siglo XX en lugar de hacerlo al XIX o más allá, como parece pretender, también la del siempre brillante, coincidamos o no con él, que rebautizó el objeto de la campaña de la derecha como "pin Neanderthal", lo que, unido al traspiés mental de Casado, me da pie para afirmar que todo es una cortina de "humo Neanderthal".

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