De sobra sé que Albert Rivera, recién salido de un
escaparate de Cortefiel, físicamente tiene poco que ver con el delirante
presidente norteamericano, con su flequillo imposible y sus trajes a medida
que, más que trajes, parecen tiendas de campaña, tampoco en sus ademanes,
exagerados los de Trump, contenidos y calculados los de Rivera. Sin embargo,
uno y otro defienden lo mismo, los grandes intereses económicos, uno de forma
burdamente personal, suya es una de las mayores fortunas de esa américa que
dice anteponer a todo. el otro de forma taimadamente vicaria, y lo hacen pases
lo que pase y caiga quien caiga.
De los orígenes de Trump, lo sabemos todo, asuntos de cama
incluidos. O al menos eso creemos. De los de Rivera, no tanto, porque nunca ha
quedado claro de dónde salió el dinero para esa campaña en la que un brillante
empleado de banca jugaba a mostrarse desnudo en los carteles, sin que, como
pasa con su programa y, lo que es peor, su pensamiento, podamos ver nada.
No obstante, Trump y Rivera se parecen mucho. Uno y otro son
aparentemente impredecibles en sus reacciones y, sin embargo, cada una de sus
decisiones, cada uno de sus gestos, llenos de aspavientos los de Trump, más
fríos y comedidos los de él, responden a un plan previamente trazado, que
siempre es el que mejor se ajusta a sus intereses y a los de quienes les
apoyaron y les mantienen.
Lo ha demostrado Trump, beneficiando con sus falsas
lecciones de patriotismo, beneficiando con sus bravuconadas frente a Corea del
Norte, destinadas a sembrar la inestabilidad entre los dragones de la economía
asiática, y también a los grandes padrinos del petróleo, que tanto deben a los
Bush, y a sus dos guerras, con su abandono del pacto nuclear con Irán que, de
momento, ya ha cosechado, mal que nos pese, una importante subida de los
precios del crudo, que, además de llenar los bolsillos de sus socios en el
cercano oriente, frenarán la recuperación de economías como la nuestra.
A Albert Rivera, que se dice defensor de la unidad de
España, le importan poco los españoles, como bien demostró ayer, abandonando el
acuerdo del 155 de manera abrupta e inesperada, un gesto más propio de Trump y
su populismo, dirigido a impedir que Mariano Rajoy, al que ya ha alcanzado en
el sondeo del CIS, pueda apuntarse el tanto de haber forzado la constitución de
un gobierno ajustado a la legalidad en Cataluña.
Carles Puigdemont, con su balsa desinflada y a punto de
naufragar, le estará muy agradecido, porque los aires de héroe de la
Reconquista que persigue Rivera, poniéndose a la derecha de los
"patriotas" más patriotas. Ahora, con la estudiada
"radicalización", el ex president ya puede decir que lo peor aún no
ha llegado, porque el 155 blando y breve que ha aplicado Rajoy y que puede
levantarse tras la más que probable constitución del gobierno catalán, puede
quedar en nada comparado con la dureza que pretende Rivera, sólo y
exclusivamente para convertirse, de cara a las elecciones en el resto del país,
en un Don Pelayo justiciero, defensor a sangre y fuego de la unidad de la
patria.
Como a Trump, poco le importan a Rivera las consecuencias de
sus planes, porque, de la patria y los patriotas, sólo le importan los votos,
Quizá por eso dejó ayer a Rajoy cariacontecido en su escaño, quizá por eso éste
le llamó "aprovechategui", quién mejor que el propio Rajoy, que lo ha
sido frente al PSOE con el terrorismo y la economía como rehenes, para saber lo
que hace un aprovechategui.
Ni a Rivera ni a Trump les importan una higa los
norteamericanos ni los ciudadanos. lo único que les importa es estar ahí, en lo
alto, para tomar las decisiones que más convengan a sus padrinos. Por eso
invocan siempre la bajada de impuestos y el patriotismo, dos cosas con las que
a las almas simples los ojos les hacen chiribitas, drogas ambas que atontan y
adormecen las voluntades, permitiendo el saqueo y los abusos a los que nos
tiene ya acostumbrado la derecha sin alma, que sólo desea seguir con las
reformas que los hacen posibles.
Rivera y Trump se parecen en eso, no son tan distintos.
Rajoy también, pero a Rajoy hace tiempo que se le cayó la máscara.
3 comentarios:
Muy interesante
Saludos
Mark de Zabaleta
Tal cual.
Muy interesanate,pero este artículo es un insulto a la inteligencia. Es buscar paralelismos donde no los hay.
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